La educación no consiste en llenar una cubeta, sino en encender un fuego.
William Butler Yeats
Aprender del ‘mejor’ ha sido, históricamente, una sencilla pero efectiva herramienta evolutiva. Analizar el ejemplo de los más destacados nos ofrece la posibilidad de aprender de sus virtudes, y con un poco de voluntad y suerte, adaptarlas a nuestras condiciones particulares –e incluso llevarlas un paso más allá, afinarlas.
En lo que se refiere a educación, hace tiempo tuvimos la oportunidad de desmenuzar las principales bondades del sistema finlandés, considerado como el más eficiente del mundo (de acuerdo con el informe PISA de la OCDE). Gracias a ese ejercicio hoy sabemos que confianza, transparencia, respeto y el incentivo a pensar por sobre solo memorizar, son los pilares que sostienen la educación en Finlandia, y cada uno de ellos representa una máxima a seguir, o al menos a considerar, por el resto de los países.
Luego de treinta años de fungir como preparatoria y vocacional, el Instituto Tecnológico de California (Caltech), se estableció en 1921 como universidad. Abocada a las artes técnicas y las ciencias aplicadas, y notablemente pequeña en comparación a las grandes universidades, los alumnos y maestros de Caltech han obtenido en 33 ocasiones un Premio Nóbel, y en 57 la Medalla Nacional de Ciencia (máxima distinción otorgada por el gobierno estadounidense). Pero más allá de sus miembros laureados, la excelencia educativa que caracteriza a esta institución le ha valido repetir consecutivamente, durante tres años, la distinción como la mejor universidad del mundo (según el prestigiado ranking elaborado por la revista británica Times Higher Education)
Con apenas trescientos profesores en su facultad, y ubicada a escasos quince kilómetros de Hollywood, este instituto es definitivamente un caso particular, e indudablemente a lo largo de sus más de cien años de vida, logró encontrar un envidiable modelo educativo. Pero ¿cuáles son las mayores virtudes de Caltech?
En un largo artículo de la revista THE, el cual incluye entrevistas con diversos miembros de la facultad, se pueden detectar algunas de las claves fundamentales para explicar y, por qué no, imitar, la excelencia de esta universidad. Entre los participantes se incluye Ares Rosakis, quien encabeza la División de Ingeniería y Ciencia Aplicada del instituto.
A continuación intentaré resumir los puntos clave, para que cada quien extraigamos las lecciones que nos correspondan.
El tamaño
Sin duda el tamaño de Caltech es una de sus principales distinciones. Por ejemplo, mientras su facultad la integran 300 profesores, en el caso de Harvard son 2,100. O mientras que su equipo docente en ingeniería y ciencia aplicada lo integran 77 maestros, en el caso del MIT es de 490. Sobre este punto Rosakis explica:
Siempre me refiero a nuestra pequeñez como algo similar al efecto tamaño que está presente en todos los materiales –hay propiedades especiales que solo existen cuando eres extremadamente pequeño.
Interdisciplinariedad
Más allá de originalmente haber procurado esta cualidad operativa, precisamente debido a su pequeña escala los profesores en Caltech se ven obligados a involucrarse e interactuar en diferentes áreas. Lo anterior se traduce en una cierta cohesión y unidad que a su vez proyecta una especie de subcultura propia, se refuerza significativamente la identidad de la comunidad, y además facilita los proyectos que involucran distintas disciplinas.
Necesitamos que los ingenieros interactúen con el resto de las ciencias, y viceversa –es cuestión de supervivencia. No tenemos la estatura para hacer las cosas en grande a menos que interactúen entre ellos.
Selectividad
Curiosamente esta virtud está también asociada a la característica primaria de Caltech, su tamaño. El reducido número de profesores que integran la facultad, obliga a los directivos a ser extremadamente selectivos al momento de contratar.
Nuestra prioridad definitiva está en las contrataciones (de los mejores docentes). […] Simplemente no puedo cometer errores al momento de contratar. En realidad no puedo. Mientras que nosotros tenemos 16 profesores en Ciencia de la Información y Tecnología, mientras que por ejemplo Carnegie Mellon (una universidad en Pittsburgh) tiene 200. Así que si una o dos contrataciones son equivocadas, eso implicará un costo monumental.
Arriesga y confía en los jóvenes
El tomar riesgos es una práctica cotidiana en Caltech. Si bien se rige por un alto estándar de excelencia en, por ejemplo, la contratación de profesores, en cambio también mantiene una filosofía de invertir en desarrollar proyectos creados por jóvenes alumnos que no necesariamente tienen decenas de publicaciones especializadas en su haber. Al respecto, Fiona Harrison, profesora de física y astronomía, afirma:
Todos hemos escuchado el mantra de “publica o perece” (en referencia a la presión académica de publicar investigaciones por sobre experimentar), pero Caltech invierte en la gente joven. A mi me dicen: ‘OK, puedes tomar el riesgo’”.
Voto de confianza
En Caltech la confianza que deposita la institución en sus alumnos es notable. Por ejemplo, generalmente los exámenes son resueltos por cada alumno en su respectivo hogar, y muy rara vez hay alguien que supervise este rubro. El Código de Honor de la universidad es simple y conciso “Ningún miembro de la comunidad Caltech podrá tomar una ventaja de manera injusta sobre ningún otro miembro de la comunidad Caltech”. Y la postura es igual de sencilla: “El Código de Honor confiere el poder de elegir libremente acciones responsables. Los alumnos valoran mucho esta libertad y la cuidan fervientemente, y es por eso que nuestro sistema verdaderamente funciona.
La fórmula
Sin demeritar otros factores, como el financiamiento (Caltech dispone de un fondo de 1,800 millones de dólares), lo cierto es que el verdadero secreto de esta universidad recae en valores puntuales que permean toda su filosofía y práctica educativas. Mantener un tamaño relativamente reducido, ejercer el máximo rigor al momento de elegir a sus profesores, favorecer un ambiente de interacción interdisciplinaria, apostar por el talento de sus alumnos, respaldándolo con firmeza, y depositar un voto de confianza en ellos, parecen ser ingredientes fundamentales en la fórmula ‘caltechiana’.
Si bien no existen recetas absolutas, ni infaliblemente replicables, lo cierto es que estas cualidades debieran ser consideradas no solo por todo aquel ligado a la educación, también, creo, que podrían aplicarse con muy bueno resultados en prácticamente cualquier organización.
Twitter del autor: @ParadoxeParadis