La indignación popular en las calles es tremenda. La descomposición de los circuitos de abastecimiento de productos de primera necesidad es alarmante. Para la gran mayoría de los venezolanos y venezolanas, ir al supermercado y pelearse a golpes por leche, azúcar o papel higiénico es cosa cotidiana, perder tres horas de sus vidas haciendo una cola de tres o cuatro horas es un infierno cultural y cotidiano que el gobierno de Maduro no ha sido capaz de aquilatar. Porque esas mismas colas han permitido el encuentro cotidiano de miles de personas que han compartido sus penurias y en esos diálogos han afinado su determinación de enfrentar al chavismo huérfano de su comandante ascendido al cielo por su esotérico heredero Maduro, quien, a decir verdad, no estaba en su punto para gobernar un país del tamaño geopolítico en la región que adquirió con Hugo Chávez.
Los argumentos de la élite huérfana en el poder son ciertos, que hay acaparamiento, seguro que sí, que hay intervención y mano negra del gobierno de los Estados Unidos, también, que hay mano negra de un sector de los grupos de poder políticos colombianos es muy probable, pero también es un hecho que los chavistas en el poder se corrompieron, dejaron a los ciudadanos en medio de un caos de inseguridad y de hambre figurada; ellos, los chavistas, crearon una buena parte de las condiciones objetivas para encender la hoguera de su propia destrucción y eso es una realidad política. El chavismo está siendo una víctima más de esa soberbia moral de la izquierda latinoamericana, que ha consistido en dividir las arenas políticas y culturales en buenos y malos, y si eres bueno y le peinas las barbas a Fidel Castro te conviertes en lo máximo, así tortures a tus jóvenes con picanas eléctricas en tus cárceles gubernamentales.
Es trágico, paradójico y terriblemente humano lo que está pasando en Venezuela, hoy en día estamos asistiendo al declive de una revolución envejecida prematuramente como consecuencia de sus errores internos y una evidente presión externa. Pero también hay que decirlo con todas sus palabras, la elección que hizo Hugo Chávez de su sucesor fue la peor decisión que pudo tomar el agonizante dirigente, Maduro no ha sido capaz de conducir con pulcritud el proceso bolivariano y ante la falta de ideas, propuestas y tácticas políticas ha recurrido a la represión brutal, la gente no olvida los muertos y cada asesinado en una protesta callejera se está transformando en un mito y los mitos, cómo lo fue alguna vez Hugo Chávez, no se demuelen con los golpes, crecen con ellos hasta derrumbar a sus opresores. Si los chavistas no leen estos signos con inteligencia y esmero su destino final seguramente será el basurero de la historia, pero para cambiar este posible final necesitan bajarse de su soberbia y contar con una dirigencia inteligente y reflexiva, lamentablemente para ellos, no cuentan con una ni con otra. ¿Qué dirán los aliados internacionales de los chavistas en estas negras horas? ¿Saldrán a apoyarlos? ¿Enviaran aviones cargados de despensas? No lo creo, seguramente buscaran otros socios comerciales y nuevos aliados políticos, la soledad internacional le viene pesada a los chavistas. Estamos asistiendo quizás a la segunda agonía de Hugo Chávez.
Twitter del autor: @markahuasi
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