Sergio Dietrich y su equipo de la Universidad de Georgia State analizaron la masa de 63 enanas rojas en la vecindad solar para determinar así su longevidad. Las estrellas de menor masa queman menos combustible de su núcleo en el proceso de transformar hidrógeno en helio y logran vivir más tiempo; entre más masiva una estrella, más caliente se vuelve su centro y genera más energía, pero también se agota más rápido. En un inicio las enanas rojas fueron estrellas más grandes que se comprimieron por su propia atracción gravtatoria; en ese proceso tienen la posibilidad de convertirse en enanas cafés, de tan poca masa que rápidamente se convierten en estrellas fallidas.
Dietrich encontró esta estrella con una masa de 8% del sol, al límite de su secuencia para poder mantener su funcionamiento como una estrella. Este astro apenas tiene 1% de la luminosidad del sol: se vería en nuestro sistema solar con menor intensidad que la luna llena. Estrellas como éstas, sin embargo, podrían servir a una futura humanidad buscando un nuevo hogar cuando el sol deje de brillar, habitando lo que se conoce como la zona Goldilocks, en órbitas artificiales cuidadosamente moduladas.