William Burroughs, Laurie Anderson, Philip Glass y Robert Rauschenberg son parte de este exótico híbrido entre música y performance lírico. Más de una docena de discos formaron la montaña sagrada de la sensibilidad entre los versos y prosas estimulados por el poder de la melodía.
La música es el vapor del arte. Es a la poesía como el sueño al pensamiento.
-Victor Hugo
Imaginar que el Poeta de 1950 era un ser invisible limitado a publicar sus letras en libros ignorados y revistas autónomas puede parecer una idea casi surreal en nuestros tiempos pues la mayoría de grandes autores se encuentran ya al alcance de cualquier biblioteca. Vivir de la enseñanza poética en ese entonces hacía, de cierto modo, más difícil escribir la Poesía misma, pero no había elección. Para artistas como John Giorno, esto era una injuria brutal hacia las grandes mentes que se encontraban en las penurias, y fue en el brillante 1960 que decidió crear Giorno Poetry Systems, un colectivo a través del cuál se organizaron experimentos y performances de poesía multimedia sobre diversas formas de expresión artística (música y cine, especialmente), esto con el fin de extender el conocimiento de los versos más hermosos del mundo y que sus autores pudieran vivir de ello.
Todo comenzó con las instalaciones de poesía psicodélica que Giorno, en colaboración con Robert Moog (creador del sintetizador), iniciaron en las calles de Nueva York. Posteriormente, artistas como Andy Warhol y Ron Mann se unieron al escuadrón, con una serie de cortos y documentales influenciados por el Underground Cinema, que en esos momentos era el umbral de films subversivos a la escena Hollywoodense. Estos constantes proyectos para la difusión del lirismo (recordemos que la poesía estaba por detrás de todas las Artes), dieron a Giorno su primer idea monumental: Dial-A-Poem, un servicio telefónico sin fines de lucro que consistía en llamar a Giorno Poetry Systems y escuchar de forma gratuita un poema grabado previamente en contestadoras. Una idea reveladora que los medios de comunicación no tardaron en copiar para fines publicitarios y demás servicios telefónicos de los que hoy en día conocemos.
Con la colaboración de artistas como William Burroughs, Allen Ginsberg, John Ashbery, Ted Berrigan, Patti Smith, Laurie Anderson, Philip Glass, Robert Rauschenberg, John Cage y Robert Duncan, por mencionar algunos, el colectivo se convirtió en un sello discográfico que compiló un exótico híbrido entre música y performance lírico: más de una docena de discos formaron la montaña sagrada de la sensibilidad entre los versos y prosas estimulados por el poder de la melodía. Las influencias musicales de estos compilados variaron provocativamente. A Diamond Hidden In The Mouth Of A Corpse es uno de los álbumes con más armonía y estructura, posiblemente el más musical, tomando en cuenta que otros compilados tratan exclusivamente la figura retórica que se practicó en diferentes performance.
Giorno se dio cuenta del valor que puede llegar a tomar la palabra cantada, incluso tenía una especie de método propio del budismo tibetano para la generación adecuada de energía en el escenario (Powa). Aquellas obras que ofrecían una “temperatura” de ánimo peculiar, cobraban sentido en los espacios insondables del drama musical: “La voz y las palabras salen de mi cuerpo como si se tratara de música”, decía.
Giorno Poetry Systems se reduce, en suma, al control del espíritu oyente, su arte involucró diferentes tecnologías para llegar a la sugestión poética, lo cual fue, sin duda, un método infalible que debería servir de ejemplo para estos tiempos de conceptos desorientados sobre estética, tiempos en que se ha perdido, de manera considerable, la calidad y claridad del concepto.
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Twitter de la autora: @barbedwiredkisss