¿Quién nos manda a someternos al riesgo de la página en blanco?
La vocación –diría–, que es compulsión realmente. Ese es su verdadero nombre. Uno mismo se manda.
Las ideas no emergen, el aparato narrativo no arranca, no hay antecedente que valga y que nos salve. Estamos postrados y en general, solos. Quietos y helados.
Son esos momentos en que no dan ganas de ser uno.
Qué hace ahí el escritor es problema teórico de envergadura. La página en blanco es una instancia teórica estructurante del debate de las poéticas.
¿Qué hago, pues?
Apelo a la pega. Uno notas inconclusas de hoy; las acopio, y a ver. Hago alarde de mi fracaso, en suma.
Ponía –por un lado– que de las mil cosas difíciles que hay bajo el sol, la más difícil de todas debe ser inventar.
¿Por qué?
No me gusta la respuesta de que todo o casi todo está inventado porque inventar no era más fácil cuando había muchas cosas que no estaban inventadas. Siempre fue difícil inventar. Y siempre lo será.
Hipótesis uno: inventar es difícil porque no está en nuestra naturaleza. Cuando inventamos, estamos contranatura. Por eso es difícil y por eso es tanto esfuerzo. Naturalmente, propendemos a la repetición, no a la transformación. Nos constituye la alienación. Nos encandilan los clichés y los estereotipos…
Hipótesis dos: siendo como somos la especie destinada a la invención, sin embargo inventamos sólo esporádicamente y sólo unos pocos. No lo vemos, y es como si los leones, destinados a ser los mayores y más eficaces predadores, en su mayoría no cazaran, prefirieran la carroñería…
Ponía también que hay chanzas que producen angustia existencial. O al revés.
Recuerdo una, liminar. El cuento de Borges “Pierre Menard, autor del Quijote”. Borges juega y yo hago de su juego mi angustia. Volver a escribir El Quijote es la empresa de Menard. No plagiarlo, que sería fácil e inmoral, sino reescribirlo. No recrearlo, que tal vez, sino reescribirlo tal cual. Ser Cervantes, pues, escribiendo El Quijote.
La empresa es a todas luces desmesurada y absurda. Pero suena máxima y existencial. Borges convence tanto de que es absurda como de que es máxima, y no nos saca del dilema…
Y podría haber puesto –por último– que de las experiencias emocionales más intensas, me interesan las que nos depara el relojear la intensa vivencia emotiva de otro. Siento que la adrenalina intrínseca al espiar no falla y está íntimamente ligada a la literatura. El que mira al que goza o al que sufre, es el lector. El que goza cuando mira al que goza o el que sufre cuando mira al que sufre, es el lector. El que goza cuando espía al que goza…
Sin embargo, nada llena hoy el blanco de mi página. Aun repleta ahora de letras, la página sigue allí, blanca. Pero me hago de valor y doy send, aunque sepa que queda realmente mal enviar archivos vacíos al periódico.
Twitter del autor: @dobertipablo
Sitio del autor: pablodoberti.com
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