Científicos de la Universidad de Ciencias de la Vida, en Praga, hallaron una forma de probar que los perros son sensibles al campo electromagnético de la Tierra: tan sensibles, de hecho, que ese conocido rodeo que realizan antes de depositar sus heces fecales es en realidad una danza de sincronización con el planeta.
La investigación fue publicada en la revista Frontiers in Zoology, donde los investigadores afirmaron que los perros "prefieren excretar con el cuerpo alineado bajo el eje norte-sur, en tranquilas condiciones del campo electromagnético", pues, aparentemente, si este campo es inestable (como cuando la Tierra es atacada por tormentas solares), los perros se confunden.
Además de ser información curiosa, los investigadores extraen de esto algunas conclusiones relevantes para la investigación de la vida en la Tierra: que los perros son sensibles al magnetismo terrestre y que esta sensibilidad es medible en un mamífero. El hecho de que los perros puedan sentir las fluctuaciones en el campo electromagnético es "biológicamente relevante", y para los investigadores "abre nuevos horizontes en la investigación de la magnetorrecepción".
¿De qué forma es relevante? Bueno: "Dado que el campo electromagnético está en calma sólo cerca de 20% del periodo diurno, nuestros hallazgos podrían ofrecer una explicación al por qué muchos experimentos de magnetorrecepción fueron difícilmente replicables y por qué los valores direccionales de registros en diversas observaciones están frecuentemente comprometidos por la dispersión."
Nuestros perros, además de los mejores amigos del hombre, son una brújula portátil y, según esta investigación, una brújula tan confiable como la mejor.