De acuerdo con una teoría popularmente aceptada entre astrónomos y astrofísicos, el universo se encuentra permanentemente en expansión. Esta inercia expansiva le llevaría a, literalmente, desgarrarse en algo así como 22 mil años. Tratando de profundizar en esta teoría, un grupo de investigadores de la Universidad del Sur de Dinamarca se abocó a revisar los datos y hacer nuevos cálculos. El resultado de este ejercicio es bastante divertido.
Tras analizar tres ecuaciones de la teoría anterior, incluyendo las respectivas funciones beta, los daneses se encontraron con que los cálculos estaban incompletos y, luego de completarlos, concluyeron que el posible colapso de nuestro universo es más probable de lo que se creía, y que además podría llegar mucho antes de lo pensado –de hecho, este magno suceso podría desatarse en cualquier momento.
Pero tal vez lo más emocionante de todo este contexto de apocalipsis universal es que ni siquiera estamos seguros de que este proceso no haya ya comenzado. Evidentemente, la temporalidad que rige al universo –si es que existe alguna–, tiene poco que ver con nuestras escalas, pero no por ello debería dejarnos de excitar, al menos desde una perspectiva psicopoética, la posibilidad de que justo en este instante ya esté en marcha su desgarre definitivo.