Hace algunas semanas circuló en Internet, a partir del dominio anglosajón, un nuevo verbo: “phubbing”, un neologismo construido con las palabras “phone” (teléfono) y “snubbing” (menosprecio), el cual se refiere a la acción de ignorar a otra u otras personas con las que se está por poner atención únicamente en el teléfono portátil. Como sabemos, los modernos smartphones permiten hacer tantas cosas, que al parecer para algunos y en ciertas circunstancias, se han convertido en el primer y único medio de interacción con el mundo.
Esto, sin embargo, no es todo. Se trata apenas de un detalle que involucra otras situaciones no menos alarmantes: el consumismo desbordado, la obsolescencia programada de estos aparatos, la programación ideológica que nos lleva a necesitar y posiblemente incluso desear su posesión y su uso.
“Sí, nuestra felicidad depende de cosas que no necesitamos y está gobernada por entidades que no controlamos. ¿Y qué? Siéntate y enciende el televisor”, dicen los creadores del video que compartimos ahora, el cual se presenta como un parodia del fragmento de realidad y existencia que para millones de personas transcurre frente a la pantalla de su teléfono celular. “No tomen este mensaje tan en serio. Este es un video promocional que hicimos para reírnos de nosotros mismos. Todos llevamos un iDiot adentro, ¡y es tan divertido!”, concluyen.
Al respecto vale la pena recuperar un ensayo del escritor estadounidense Jonathan Franzen, publicado en septiembre pasado por The Guardian. Ahí, entre otras reflexiones sobre las contradicciones de nuestra época, consideradas desde la perspectiva del satírico austriaco Karl Kraus, Franzen señala la disparidad de direcciones que siguen, por un lado, el desarrollo tecnológico y, por otro, el “progreso moral”: mientras que uno nos sorprende cada día con la amplitud de posibilidades que otorga a la civilización humana, ésta prefiere usar dicha tecnología para ver videos de gatos:
Para mí ―escribe Franzen― lo más impresionante de Kraus como pensador tal vez sea cómo reconoció tan fácil y claramente la divergencia del progreso tecnológico del progreso moral y espiritual. Un siglo exitoso para el primero, que involucra avances científicos que parecerían milagrosos hace no mucho, han resultado en videos de smartphones en alta definición de tipos echando Mentos en botellas de un litro de Pepsi de dieta y gritando “Whoa!”