Top 10: los países más prósperos del mundo en 2013

El producto interno bruto (PIB) sigue siendo uno de los indicadores de desarrollo más importantes para estimar el progreso relativo de un país. Sin embargo, no es el único dato que nos informa acerca de su prosperidad, o de lo bueno que ese lugar es para vivir. Es por eso que en los años de recesión global el instituto Legatum, con base en Inglaterra, creó una lista de 89 factores para medir la prosperidad de un país. La semana pasada publicaron su índice de prosperidad, con los 10 países en los que, en general, sería más deseable vivir. ¿La noticia? EU bajó al lugar 11 de prosperidad y al lugar 24 en las 20 economías más sanas.

En los 10 escaños de la abundancia hallamos a los sospechosos usuales: los países escandinavos encabezados por Noruega, el país más próspero del mundo por quinto año consecutivo. Nathan Gamester, director del índice de prosperidad de Legatum considera que Noruega no es solamente "altos impuestos y estado de bienestar", sino que es un país próspero porque "tiene una economía dinámica que es buena para los entrepreneurs, con bajos costos para comenzar nuevos negocios. También tiene comunidades muy cerradas con altos niveles de confianza." 

Las 89 variables de Legatum se distribuyen en ocho categorías: Economía, Entrepreneurship y oportunidad, Gobierno, Educación, Salud, Seguridad, Libertad personal y Capital social. Fuera de Europa, sólo Canadá, Nueva Zelanda y Australia se colaron a las primeras 10 posiciones de prosperidad, pero los analistas destacan también el papel que economías emergentes tendrán en el futuro: Bangladesh y los países del África sub-sahariana, además de Alemania y Eslovaquia, que experimentan una nueva bonanza.

Una de las razones que podrían explicar el crecimiento de Alemania, Suecia y Eslovaquia son sus prácticas laborales: es de notar que en países de Europa oriental como Eslovenia la ley manda un máximo de 40 horas de trabajo a la semana, y los trabajadores alemanes laboran en promedio una semana de 35 horas. Los suecos, por su parte, trabajan 143 horas menos que los estadunidenses cada año. ¿Existe una correlación entre desarrollo económico y eficiencia en el uso de la fuerza laboral? Aunque existan otros factores a tomar en cuenta, la disminución de la jornada laboral como signo de eficiencia fue celebrado por el filósofo y premio Nobel de literatura Bertrand Russell en su Elogio de la ociosidad de 1932, un análisis al que el tiempo lentamente le da la razón:

Supongamos que, en un momento determinado, cierto número de personas trabaja en la manufactura de alfileres. Trabajando, digamos, ocho horas por día, hacen tantos alfileres como el mundo necesita. Alguien inventa un ingenio con el cual el mismo número de personas puede hacer dos veces el número de alfileres que hacía antes. Pero el mundo no necesita duplicar ese número de alfileres: los alfileres son ya tan baratos, que difícilmente pudiera venderse alguno más a un precio inferior. En un mundo sensato, todos los implicados en la fabricación de alfileres pasarían a trabajar cuatro horas en lugar de ocho, y todo lo demás continuaría como antes. Pero en el mundo real esto se juzgaría desmoralizador. Los hombres aún trabajan ocho horas; hay demasiados alfileres; algunos patronos quiebran, y la mitad de los hombres anteriormente empleados en la fabricación de alfileres son despedidos y quedan sin trabajo. Al final, hay tanto tiempo libre como en el otro plan, pero la mitad de los hombres están absolutamente ociosos, mientras la otra mitad sigue trabajando demasiado. De este modo, queda asegurado que el inevitable tiempo libre produzca miseria por todas partes, en lugar de ser una fuente de felicidad universal. ¿Puede imaginarse algo más insensato?

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