La situación de obesidad en Inglaterra es realmente preocupante (como lo es la de muchos países, incluyendo a México). Pero el punto de vista del Dr. Pembertone es bastante distinto a los que nos da el gobierno o los informativos de salud pública. Y, aunque como verdad duela, hace mucho sentido lo que diagnostica como un signo de los tiempos.
Según su experiencia como médico, Pembertone se da cuenta que los pacientes no están interesados en cambiar su dieta de ninguna manera, demandando tener su pastel, comérselo y luego tomar una pastilla para que las calorías nunca toquen su cintura. Como resultado, a Inglaterra ahora le cuesta £5 billones de libras y 300 admisiones a hospitales al día directamente relacionadas con la obesidad.
Las ambulancias recogen a tantos pacientes obesos que se requiere todo un nuevo equipo médico: ambulancias para obesos, camillas para obesos, sillas de ruedas gigantes, agujas de inyección más largas y escáners MRI mucho más amplios. Es tan difícil mover pacientes obesos de sus casas que recientemente unos paramédicos tuvieron que demoler dos paredes de una casa en Gales para que un adolescente de 400 kg pudiera ser llevado al hospital. Esto requirió el servicio de más de cuarenta trabajadores de emergencia a un costo estimado de £100 mil libras, apunta Pembertone para el Spectator.
Uno de los discursos que justifican la obesidad de la mayoría de las personas obesas es que es algo genético. Sin embargo, incluso cuando la gente tiene problemas de tiroides, el cual puede alentar el metabolismo y resultar en aumento de peso, esto puede ser tratado con tabletas de reposición de tiroides y el metabolismo regresa a la normalidad. Como regla, más bien, las personas gordas tienen algo en común: comen más de lo que necesitan comer.
Y mientras no podemos eludir nuestra biología básica (algunos de nosotros sí ganamos más peso que otros con la misma cantidad de comida), la grasa es solo energía acumulada, y el aumento de peso sólo es posible cuando el total de energía consumida excede el total de energía gastada. “Nadie es esclavo de su ADN”, dice Pemberton.
La cuestión es que la obesidad ha incrementado al doble desde los años sesentas en muchos lugares del mundo, incluyendo a México e Inglaterra. Y ¿por qué? “La respuesta sencilla sería: el estilo de vida", comenta Pemberton. “Pero de hecho sería un poco más complicado”. Un estudio conducido por el Departamento de Salud de Inglaterra comparó data de 1967 y 2010. Mostró que, mientras las personas en ese entonces eran más delgadas, comían cosas más grasosas y no tenían acceso a tantos gimnasios. “Comemos mejor ahora, apunta, “y hacemos más ejercicio. Pero vivimos una vida sedentaria; casi todos tenemos automóvil o tomamos el transporte público en lugar de caminar”.
El gran problema de todo es la actitud. Las personas ya no se preocupan por perder peso porque la obesidad es tomada como algo normal y en lugar de querer hacer dieta y ejercicio, estas personas quieren tomarse una pastilla que los quite de compromiso y responsabilidad. En pocas palabras, las personas son mucho más flojas ahora de lo que eran entonces, y los medios están llenos de información que no solo justifica su peso sino que lo adula.
La obesidad no es una enfermedad, concluye Pembertone, es un estado mental.