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El apellido Hitler lleva en sí la marca de un pasado dolorosamente reciente: como el nombre de Judas o Calígula, Hitler deja de ser un nombre propio para convertirse en un parámetro del mal, que mediante sucesivas apropiaciones y reapropiaciones históricas deja poco lugar para el personaje histórico y contiene --pues que eso hacen irremediablemente las palabras-- siempre más de lo que dice.
¿Cómo, pues, llevar el apellido Hitler? La supervivencia de su línea de sangre se remonta a cinco miembros actuales: Peter Raubal y Heiner Hochegger, hijos de la media hermana de Adolf, Angela Hitler, y Alexander, Louis y Brian Stuart-Houston, hijos de otro medio hermano, Alois Hitler Jr.
Jean-Marie Loret, nacido en 1918 y muerto sin descendencia en 1989 fue convencido por su madre de que su padre era Adolf Hitler, pero luego de pruebas de ADN se demostró que esto no era cierto, por lo que se ha descartado que Hitler tuviese descendencia directa. ¿Pero qué hay de los demás miembros de la familia?
Peter Raubal tiene 82 años al día de hoy, es ingeniero retirado y a su edad no parece tener planes de procrear una familia. Heiner Hochegger está en una situación similar, a los 68. Los hermanos Stuart-Houston viven en Estados Unidos y son descendientes de William Hitler, viviendo en un retiro autoimpuesto y evitando a los "cazahitlers" que durante años han tratado de saber qué se siente ser uno de los últimos descendientes de su trístemente célebre tío abuelo Adolf.
Luego de tratar de chantajear infructuosamente a su tío Adolf (e incluso haciendo giras por Inglaterra y la Alemania previa a la 2a Guerra Mundial con el fin de ganar dinero a costa suya), William Hitler cambió su apellido a Stuart-Houston y se exilió en Nueva York, donde se nacionalizó e incluso sirvió bajo los Aliados durante la guerra. Fue herido en batalla, pero como sus descendientes se enterarían, la herida más dolorosa fue llevar el nombre Hitler.
Alexander, Louis y Brian Stuart-Houston tienen entre 48 y 64 años, y aunque dados los avances médicos de nuestros días no sería del todo impensable que procrearan, los tres han hecho un pacto tácito de no hacerlo. David Gardner, autor del libro The Last of the Hitlers, encontró a los hermanos Stuart-Houston durante los 90, y explica en qué consiste el acuerdo de terminar con la línea de sangre del temido Führer:
"Ellos no firmaron un pacto, sino lo que hicieron fue hablar entre ellos, hablar sobre la carga que todos tenían respecto al pasado en sus vidas, y decidieron que ninguno de ellos se casaría, [que] ninguno de ellos tendría hijos. Y ese es un pacto que han conservado hasta este día."
Por otra parte, los Hytler, Heidler y Hüttler son parientes lejanos de los padres de Adolf por línea paterna. Algunas familias viven en Austria todavía