La analgesia congénita es una mutación genética que hace que las personas no sientan ningún dolor. El problema con ello es que las personas que la tienen pueden lastimarse gravemente; pueden quemarse, por ejemplo, al no darse cuenta de que están tocando algo caliente. Sin embargo esta condición en una niña está ayudando a investigadores a identificar la mutación de gen que interrumpe la percepción de dolor. El descubrimiento podría resultar en el desarrollo de pastillas para el dolor que bloqueen las señales de la misma manera.
Ingo Kurth del Jena University Hospital en Alemania identificó la mutación en un gen llamado SCN11A. Este gen controla el desarrollo de canales en las neuronas de sensación de dolor. Iones de sodio viajan mediante estos canales y generan impulsos nerviosos eléctricos que son mandados al cerebro, que registra el dolor. La sobreactividad en la versión mutante de SCN11A previene la formación de la carga que las neuronas necesitan para transmitir un impulso nervioso, adormeciendo el cuerpo del dolor. “El resultado es el bloqueo en la transmisión de señales de dolor”, apunta Kurth.
Para confirmar su descubrimiento, los investigadores insertaron una versión mutada de SCN11A en ratones y probaron su habilidad para percibir dolor. Encontraron que el 11 por ciento de los ratones con el gen modificado desarrollaron heridas parecidas a aquellas vistas en personas con analgesia congénita, así como ruptura de huesos o heridas cutáneas. También examinaron a ratones con el gen SCN11A normal y ninguno de ellos desarrolló tales heridas.
Lograr hacer una droga que cancele las señales de dolor completamente resultaría en el analgésico más poderoso de los que conocemos hasta ahora. El descubrimiento es una piedra angular para la ciencia y la farmacéutica, y seguramente veremos esta droga ejerciendo en hospitales en poco tiempo.