Un estudio ha buscado establecer la relación negativa entre inteligencia y religiosidad. A pesar de que ambas categorías se presentan como problemáticas muy pronto, el profesor Miron Zuckerman, psicólogo de la universidad de Rochester, hizo un análisis donde compara distintos tipos de estudios para llegar a una conclusión: la gente religiosa suele ser menos inteligente.
Zuckerman y sus colaboradores utilizaron como fuente 63 estudios psicológicos (por lo que su análisis es un metaestudio) que se llevaron a cabo entre 1928 y el 2012; 53 de ellos mostraron una correlación negativa entre inteligencia y religiosidad, mientras 10 mostraron una correlación positiva.
Los autores tomaron cada estudio por separado tomando en cuenta variables como la calidad de la información, tamaño de la muestra y el método utilizado en tales estudios. Tal vez lo más problemático sería definir qué entendemos tanto por inteligencia como por religiosidad. Para los fines de Zuckerman, la inteligencia es "la habilidad para razonar, planear, resolver problemas, pensar abstractamente, comprender ideas complejas, aprender rápido y aprender de la experiencia."
La religiosidad, por su parte, fue definida simplemente como el involucramento de una persona en cualquier faceta de la religión.
Según el estudio, el nivel académico o el género de los sujetos no hace ninguna diferencia. Sin embargo, se encontró que la gente suele volverse más religiosa (esto es, que se involucra activamente en prácticas religiosas de algún tipo) mientras más edad tiene.
Sin embargo, la conclusión del estudio resulta sumamente problemática, pues afirma la premisa de que "las creencias religiosas son irracionales, sin anclaje científico, no probables y, por tanto, poco atractivas para personas inteligentes que 'no se lo creen'".
La conclusión, como es sencillo observar, se hace cargo de una sola definición de inteligencia (la analítica) sin considerar aspectos como emocionalidad y creatividad --aspectos en los cuales las personas también deben lidiar con "ideas complejas", y aprenden de la experiencia. Debemos de recordar que Einstein, un ícono para la noción popular de inteligencia, decía que la imaginación es más importante que el conocimiento. Tal vez el estudio pueda demostrar que la gente con un IQ superior a 135 no se involucran en prácticas religiosas, pero eso no parece ser suficiente para afirmar, por ejemplo, que las personas religiosas no son inteligentes bajo criterios tan ceñidos.