En esta prueba controlada, se les asigno a cuarenta y nueve adultos sanos la tarea de escribir por veinte minutos al día, ya fuera acerca de eventos angustiantes (Escritura Expresiva) o acerca de sus actividades diarias (Manejo de Tiempo) por tres días consecutivos.
Dos semanas después de esto, se les hicieron a los participantes heridas por punción de 4mm en la parte interna del brazo. Las heridas fueron fotografiadas rutinariamente por 21 días para monitorear el proceso de reepitelización.
Al día 11 después de la creación de las heridas, los participantes en el grupo de la Escritura Expresiva tuvieron una proporción más grande de reepitelización de heridas comparado con el grupo de Manejo de Tiempo, con 76.2% contra 42.1% curadas.
Este trabajo alude a un tema importante, que es la capacidad de la narrativa para curar nuestros agravios (es por eso que cuando platicamos nuestros problemas, y los entendemos, se nos quita un peso de encima) y lo lleva aún más lejos diciendo que puede ayudar a curar heridas físicas; sin embargo omite mencionar que en el experimento pudieron influir otros factores como que algunas personas cicatrizan más rápido que otras, etc. Pero indudablemente el hecho de abordar los temas más íntimos y difíciles en la escritura es una manera de exorcizarlos. De cambiarlos de lugar: de nuestro ser a la hoja de papel o a la pantalla, y es una buena manera de sentirse emancipado.
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