Noam Chomsky, el famoso lingüísta y activista antibélico, estuvo en Beirut la semana pasada para recibir un doctorado honoris causa en la Universidad de dicha ciudad. Ahí aprovechó para hacer algunas declaraciones en torno al conflicto en Siria y sus peligrosas implicaciones para la región; además, con vocación filosófica que recuerda a la de Bertrand Russell, Chomsky afirmó que un mundo sin guerra donde sus nietos pudieran crecer seguros era una meta aún lejana.
"Los seres humanos están destruyéndose a sí mismos", dijo.
Los acontecimientos que desencadenaron la primavera árabe el año pasado, donde el pueblo sirio tuvo parte activa, provocaron a su vez una brutal respuesta del gobierno, la cual amenaza con convertirse en un conflicto entre los sunis y los chiitas en Siria, lo que fue descrito por Chomsky como un "suicidio".
"Las protestas [del 2012] estuvieron enteramente justificadas, la gente no pudo haber predicho que existiría esta respuesta brutal, y una vez que la respuesta brutal tuvo lugar era casi inevitable evitar convertirla en un levantamiento armado. El país se dirige al suicidio, se está destruyendo a sí misma y es muy peligroso... La única y ligera esperanza que puedo ver es una solución negociada al estilo Ginebra, aunque sus prospectos son muy limitados."
Igualmente, el activista lamentó el aumento de la presencia de Hezbollah en Líbano, del que afirmó que "cualquier tipo de militarización ampliará ese conflicto". A un año de la primavera árabe, Chomsky afirmó que las libertades de expresión y prensa en países como Egipto llevan a creer que los logros de la gente podrían ser permanentes, pues "nadie hace el cambio si no está dispuesto a participar de los cambios", aunque matizó su entusiasmo con un poco de escepticismo en las perspectivas a futuro:
"Los gobiernos democráticos son mejores que los gobiernos totalitarios, pero no debemos volvernos dementes: ellos no reflejan el público. La brecha entre lo que el público desea y lo que el gobierno desea, la brecha es enorme."
Chomsky, de 84 años, se refirió al sueño que había motivado toda su labor intelectual durante la mayor parte de su vida como "un mundo donde mis nietos puedan vivir en paz, y no veo que vaya a ocurrir pronto. Pienso que si alguien nos está mirando desde Marte ahora, podría estar pensando que los seres humanos se están destruyendo a sí mismos justo como Siria se destruye a sí misma."