Las raíces de la homofobia y la discriminación podrían tener su origen en la más tierna infancia: bebés de 9 meses de edad muestran simpatía por gente a la que le gusta lo mismo que a ellos, pero también muestran afecto por aquellos que maltratan o desprecian a los que no son como ellos. En otras palabras, a los 9 meses el enemigo de tu enemigo ya es tu amigo.
Un estudio publicado en Psychological Science y dirigido por Kiley Hamlin, psicóloga de la University of British Columbia condujo una investigación con niños de entre 9 y 14 meses de edad, los cuales debían elegir su comida favorita, entre galletas y chícharos. Luego, los pequeños vieron un show de marionetas donde una de ellas prefería las galletas y la otra prefería chícharos. Con eso se estableció un vínculo con la marioneta que prefería las galletas como ellos, y un antagonismo con la que prefería chícharos.
Luego de esa escena, los niños vieron otro sketch de marionetas donde una de ellas perdía una pelota; en eventos alternados, los niños vieron que una marioneta siempre le ayudaba a la que había perdido la pelota al regresársela, mientras que otro personaje le robaba la pelota. Al pedirles que eligieran a su marioneta favorita, los pequeños eligieron a la marioneta que ayudaba al personaje con el que ellos se identificaban. Sin embargo, lo sorprendente fue que casi todos los pequeños eligieron al personaje que robaba la pelota a la marioneta que había mostrado gusto por los chícharos en el experimento anterior. La preferencia de los niños por aquellos que lastiman a los que son diferentes a ellos fue tan predominante como su preferencia por aquellos que ayudan a los que son como ellos.
(Si la explicación les parece rebuscada pueden ver videos del experimento.)
Según Hamlin, esto sugiere que "al igual que los adultos, los infantes incorporan información no sólo sobre lo que la gente hace (por ejemplo, actuar amablemente o desagradablemente) sino también a quién se lo hacen (esto es, a personas que les agradan o desagradan) cuando realizan evaluaciones sociales.
Estos resultados, para los autores, enfatizan los mecanismos fundamentales de la diferencia y el apego: "El hecho de que los infantes muestren este discernimiento social incluso antes de aprender a hablar sugiere que los discernimientos no son sólo resultado de experimentar un mundo social dividido, sino que se basan en parte en aspectos básicos de evaluación social humana."
Los niños experimentan empatía con el sufrimiento de los que son similares a ellos, pero también parecen reconocer "las alianzas implicadas en las interaciones sociales, identificando al 'enemigo de su enemigo' (en este caso, el que hace daño a la marioneta distinta a ellos) como su amigo."
La xenofobia (rechazo extremo a todos los que son diferentes a nosotros) no es, sin embargo inevitable, pues las evaluaciones sociales también se perfeccionan con aspectos culturales aprendidos durante los primeros años; sin embargo, esta investigación muestra que tal vez establecer la diferencia entre los que son similares a nosotros y los que son diferentes es una estrategia evolutiva sumamente básica, que se encuentra en lo más profundo de nuestros hábitos de supervivencia como especie.