Alrededor del 20% de los inmigrantes que laboran en granjas estadounidenses son mujeres. La mayoría de ellas mexicanas, y en su mayor parte se trata de campesinas que abandonaron sus tierras por falta de oportunidades y pobreza. En el trayecto de ingreso a Estados Unidos es bien sabido que los migrantes están expuestos a todo tipo de peligros, pero existe la creen que una vez que están del otro lado de la frontera, las cosas mejoran para ellos. Sin embargo, su estado de “ilegalidad” los convierte en un blanco perfecto para abusos de sus empleadores.
La especialista Cheryl Glee, experta en violencia sexual y doméstica de la oficina de Rochester del Worker Justice Center of New York, ha reportado a diversos medios de comunicación que a lo largo de 12 años de trabajo con mujeres empleadas en granjas de Estados Unidos, ha detectado un problema generalizado de acoso sexual. Para esta especialista, las mujeres agredidas psicológica o físicamente conciben este fenómeno como un costo que tendrán qué pagar si lo que quieren es trabajar en las granjas. Están conscientes del peligro y lo asumen.
“The Southern Poverty Law Centerand” y “Human Rights Watch” en Estados Unidos, han elaborado además estudios que revelan que al menos el 80% de las mujeres trabajadoras de granjas, han sido acosadas sexualmente en el trabajo. En algunas tierras de Florida y California es tan recurrente esta situación, que las mismas mujeres llaman a los campos de trabajo con apodos como “El Motel Verde”, o “Los Campos de Calzones”.
Lamentablemente este problema, que afecta a miles de mujeres, no ha sido denunciado con el énfasis que una situación así amerita. Esperemos que pronto este tema se coloque en la agenda de medios internacionales, en particular de México y E.U.A., para generar presión a las autoridades responsables. Y que esto se complemente con esfuerzos educativos, y de asesoría legal, para incentivar a que las víctimas denuncien sin que su condición de indocumentadas les impida hacerlo.
Twitter del autor: @anapauladelatd