Ludwig Wittgenstein es sin lugar a dudas uno de los filósofos más importantes del siglo XX, reputación indudable a la luz de su obra pero fortalecida también por su personalidad excéntrica, un hombre en quien el arquetipo del genio se manifestó de forma casi absoluta y pura, alguien en quien su capacidad intelectual por encima de la norma le hizo sobresalir, sí, pero al mismo tiempo les acarreó problemas personales, dificultades para establecer relaciones y para vivir con simpleza la existencia diaria.
La película que compartimos en esta ocasión busca reflejar esa complejidad que caracterizó a Wittgenstein, biográfica y bibliográficamente. Dirigida por Derek Jarman, en el guión también participó Terry Eagleton, teórico de la literatura ampliamente conocido en el mundo académico.
Visual y narrativamente, el filme recurre a técnicas que se corresponden de manera justa con la vida y la obra del filósofo, con ciertas pretensiones vanguardistas o de ruptura que de algún modo refleja la esencia de Wittgenstein, esa predilección suya por el fragmento antes que por el discurso continuo y falsamente ininterrumpido. Asimismo, además de oscilar por las distintas etapas de su pensamiento, la cinta no deja de lado polémicos aspectos de la vida de Wittgenstein, desde lo singular de su vida hasta su homosexualidad (que por muchos años fue un asunto del que se prefería no hablar y que incluso fue perseguida jurídicamente).
Un retrato fílmico que sin duda completará algunas de las ideas que tienes sobre este pensador o, en el mejor de los casos, estimulará la curiosidad sobre su obra.
"Si la gente no hiciera tonterías de vez en cuando, nunca se haría nada inteligente".