Con los recientes recortes al presupuesto implementados por el gobierno de Barack Obama, en los Estados Unidos, algunos críticos han buscado puntos oscuros en el gasto público. Uno de ellos, según el sitio CNS News, son los 384 mil dólares que se gastan en estudiar la reproducción de los patos, especialmente el pene de estas aves acúaticas.
Los patos son parte del 3% del total de las especies de aves que tienen un pene --el 97% simplemente entrega el esperma a través de un hoyo, en lo que se conoce como "el beso de cloaca". La razón por la que los patos tienen un pene es que a diferencia de la mayoría de las aves, su reproducción se da en conflicto --el amor es una guerra, más que un pacto mutuo. Las hembras tendrán mayor cantidad de crías si pueden seleccionar el esperma de los mejores machos. Los machos en cambio intentan copular con la mayor cantidad de hembras posibles. Esto evidentemente presenta un conflicto, pero es el conflicto mismo lo que hace evolucionar a los seres vivos y en este caso crecer prodigiosos penes que llegan a medir más de la mitad del tamaño de un pato y desaparecen cuando no es temporada de apareamiento. El pene del pato de un lago en Argentina ha llegado a medir casi 50 centímetros de largo.
Una de las razones por las cuales es importante, según el escritor de temas científicos de National Geographic, Carl Zimmer, estudiar la reproducción de los patos tiene que ver con este conflicto sexual en la naturaleza. Éste conflicto desata conductas agresivas a las cuales es necesario adaptarse (en el caso de la mosca de la fruta son letales: el macho dosifica un químico tóxico para asegurarse de que su esperma sea el que fertilice el huevo y no el esperma de otros machos, sin importar que esto acorte el periodo de la vida de su pareja). La sexualidad humana es más compleja ya que intervienen en ella factores culturales que se tornan epigenéticos, pero en algunos aspectos también es una sexualidad de conflicto. Se sabe que el fluido seminal ha evolucionado en competencia con el semen de otros hombres y se cree que algunos trastornos del embarazo, como la preeclampsia, podrían ser provocados por el conflicto sexual.
La competencia entre los patos es especialmente notable. La Dra. Patricia Brennan, de la Universidad de Yale, encargada del equipo que mide los penes de los patos, descubrió que el falo de los patos decrece substancialmente cuando no es temporada de apareamiento y vuelve a crecer la temporada siguiente. En el caso del Oxyura jamaicensis (pato zambullidor grande o pato tepelcate) el re-crecimiento varía en longitud y tiempo dependiendo de si el pato tiene que competir con otros machos. No se sabe a ciencia cierta que sucede fuera de temporada con el pene de los patos, que tiene forma de sacacorcho, pero se cree que tal vez sea más económico volver a crecer un pene nuevo que mantenerlo. El tamaño del pene de los patos parece ser el resultado de una competencia evolutiva, ya que éste permite una mayor posibilidad de fecundar a las hembras. En el caso de las hembras, sus genitales también han evolucionado a un sistema complejo que les permite descartar el esperma no deseado, expulsándolo. Esto tiene sentido ya que aún cuando la tercera parte de todos los apareamientos son forzados, sólo el 3% de estos apareamientos son reproductivamente efectivos. Las hembras tienen un alto porcentaje de éxito en la selección que hacen del esperma, lo cual parece ser una enorme motivación para la evolución del pene de los patos.
Así las cosas con la sexualidad de los patos, que aunque un tanto extraña, presenta posibilidades de comprender mejor nuestra propia sexualidad y generar útiles aplicaciones médicas.