Este es el "lado oscuro" del cerebro donde se original el mal

El mal es un misterio, una circunstancia que puede intentar explicarse desde distintas perspectivas y, aun así, no terminar de entender su origen y su razón de ser, el hecho incontrovertible de que existe a pesar de que, se supone, lo deseable es que no existiera.

En este sentido, la neurociencia moderna, empeñada en exponer la naturaleza humana ab ovo, desde el punto mismo donde todo surge, el cerebro, se ha manifestado en algunas ocasiones al respecto, la más reciente, ahora que el investigador alemán Gerhard Roth asegura haber localizado el punto exacto de dicho órgano donde nace el mal.

Roth ha estudiado por varios años el cerebro de criminales sentenciados, especialmente asesinos, violadores y ladrones, en busca de similitudes que explicaran o descartaran una relación entre estas conductas y alguna constante fisiológica.

Según sus conclusiones ―todavía provisionales, como todo en la ciencia― esta manifestación del mal podría originarse en un “mancha” que se ubica en el lóbulo central y que, asegura el científico, comparten los cerebros de estas personas.

Para descubrir esto, Roth y su equipo analizaron las ondas cerebrales de convictos mientras estos veían videos breves que mostraban escenas de violencia explícita, constatando la respuesta más o menos previsible de que las áreas donde se registran emociones como la compasión o la pena, simplemente no mostraron ninguna actividad.

Lo sorprendente, sin embargo, fue que al tomar radiografías del cerebro de los criminales, en casi todos ellos puede observarse una masa oscura en la región central, la cual sugiere, según Roth, que existe una predisposición genética a la violencia, aunque igualmente influyen factores de neuroquímica (en particular relacionados con la segregación de serotonina). En cualquier caso, dice el investigador, “esta es definitivamente la región del cerebro donde el mal se forma y donde este se esconde”.

“Por supuesto no es automático”, continúa Roth, “el cerebro puede compensar la tendencia a la violencia y no es claro cómo funciona esto, pero cuando veo a jóvenes y veo trastornos de desarrollo en la parte frontal baja del cerebro, puede decir con un 66% de probabilidad que ahí hay un criminal en formación”.

Asimismo, por sus investigaciones el científico asegura que “no hay dos criminales iguales” y, por el contrario, la maldad encuentra al menos tres caminos claramente distintos entre sí.

El primero de ellos, el del criminal “psicológicamente sano” que crece en un ambiente donde golpear, robar y asesinar son conductas aceptadas; el segundo, el criminal mentalmente perturbado que ve al mundo como una amenaza y, ante un pretexto más o menos circunstancial, da rienda suelta a su furia; finalmente, los psicópatas como Hitler y Stalin, en quienes la maldad no es congénita, sino resultado del entorno donde crecieron y se desarrollaron.

Sin duda conclusiones polémicas que, a pesar de la legitimidad que habitualmente se le otorga a la ciencia, no parece sencillo aceptar como respuesta al problema del mal.

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[Daily Mail]

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