Sin embargo, un estudio reciente dirigido por Ravi Mehta, candidato a doctor en la Universidad de British Columbia, sugiere que el ruido de fondo tan propio de una cafetería es uno de los mejores estimulantes para la creatividad y, en general, el trabajo que se realiza sobre todo con el intelecto (lo cual contradice la conseja generalizada de que el silencio absoluto es la mejor condición para escribir, pensar, etc.).
Mehta pidió a 65 estudiantes de su misma universidad que llevaran a cabo diversas tareas de corte creativo (como un ejercicio de “lluvia de ideas”) mientras que al fondo se reproducían los sonidos de un restaurante carretero grabados con anterioridad, variando el volumen de estos.
De acuerdo con los resultados obtenidos, un ruido de fondo a volumen moderado —70 decibeles— mejoró el desempeño creativo de los participantes. En contraste, tanto un entorno muy silencioso —la grabación a 50 dB— como uno muy ruidoso —85 db— se consideraron molestos. 70 decibeles es el volumen promedio de una cafetería concurrida y 85 dB el de un rotomartillo de construcción.
Los investigadores piensan que encontrarse en un entorno de ruido moderado crea la distracción suficiente para obligar a una persona a pensar con mayor imaginación sin que esto implique una ruptura con aquello en lo que está concentrada.
“En vez de enterrarse a uno mismo en una habitación silenciosa tratando de encontrar una solución, caminar fuera de la zona de confort y llegar a un ambiente relativamente ruidoso tal vez mueva al cerebro a pensar abstractamente, y por lo tanto generar ideas creativas”, se lee en el artículo donde se presentaron estas conclusiones.
Paradójicamente, esto parece ser solo un estímulo necesario cuando la mente se encuentra ya muy obsesionada con un problema, pues los mismos investigadores aseguran que el trabajo constante en un lugar como un café puede ser contraproducente para la creatividad.
[The Week]