Millones de personas diagnosticadas con enfermedades mentales, ¿control social o negocio del Big Pharma?

En años recientes el diagnóstico de enfermedades mentales ha superado los récords de todas las épocas. Proporcionalmente, en nuestra época hay más enfermos mentales que en ninguna otra, rondando los 36 millones de personas y provocando que, por ejemplo, un sistema de salud como el de Estados Unidos entre en una crisis financiera por lo medicamentos cuyo consumo se impone como obligatorio después de haber obtenido un diagnóstico.

El repunte exponencial de estos trastornos —al menos en las estadísticas— presenta la duda de si de verdad el mundo se está volviendo loco, si se trata de una importante veta de ingresos para las grandes farmacéuticas o si en el fondo se encuentra otra estrategia de control social.

Como sabemos, el llamado Big Pharma no tiene escrúpulos en lanzar al mercado medicamentos no suficientemente probados en sus efectos positivos contra una enfermedad pero, en contraste, enfocados en algunos de los males sobre los que más pesa el fantasma del miedo y el temor, manipulando de tal modo estas emociones humanas para que sus productos sean consumidos. Tan solo por medicamentos contra el Alzheimer, las grandes industrias farmacéuticas esperan recibir hasta 14 mil millones de dólares al año de aquí al 2020.

Igualmente factible es la hipótesis del control social. El también reciente incremento en los diagnósticos de autismo e hiperactividad plantea la posibilidad de toda una generación de niños que, al crecer, serán adultos con antecedentes de consumo de medicamentos, los cuales además actúan directamente sobre las capacidades cognitivas del individuo. Sedar a una persona en un contexto de autoridad como el de la medicina, puede ser una de las mejores formas de conseguir su control.

Es posible, claro, que el mundo entero se esté volviendo loco, pero quizá haya quienes estén tomando ventaja de esta situación.

Con información de Alternet

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