Diversos estudios han identificado que aquellas personas que tienen por inclinación política la liberal, tienden a recordar sus sueños con mayor frecuencia en comparación a aquellos que se dicen conservadores. Además, estos suelen tener sueños menos complejos, mientras que en los liberales son más recurrentes las imágenes extravagantes. Estos resultados indican que los liberales no solo difieren en valores sociales, sino también en la proyección del inconsciente, “en la actividad estética más antigua del hombre”, diría el escritor J.L. Borges.
En una encuesta demográfica a gran escala llevada a cabo en los Estados Unidos, los liberales reportaron tener experiencias oníricas más lúcidas, incluyendo pesadillas; en el tema de recuperación de sueños hubo una superposición sustancial entre ambos grupos, colocándose los liberales por encima de los conservadores.
Estos resultados coinciden con un estudio anterior del mismo autor (Bulkeley, 2006), quien además logró encontrar que los conservadores tuvieron menos problemas para conciliar el sueño.
El autor también observó diferencias en el contenido de los sueños sexuales de las mujeres. Los resultados mostraron que las mujeres liberales tuvieron experiencias oníricas-sexuales más elaboradas y detalladas en comparación a sus homólogas conservadoras. Sin embargo, las conservadoras reportaron más incidencia en este tipo de sueño en comparación a las liberales: 92% vs 71%. Además, las mujeres liberales también confesaron tener sueños lésbicos recurrentemente: 24% vs 4%.
De acuerdo al realizador del estudio, estos resultados tienen como respuesta la llamada “hipótesis de la continuidad”, la cual plantea que las personas tienden a soñar con lo más importante y sobresaliente en el aspecto emocional de su vida; esto contrasta con las teorías freudianas y junguianas sobre los sueños, que se refieren a estos como un acto simbólico y encubierto.
Un estudio sobre los sueños y el recuerdo (Watson, 2003) plantea que la apertura a las nuevas experiencias es un rasgo de personalidad propio de una persona liberal. Esta apertura puede considerarse como una serie de aspectos y componentes a los que se está dispuesto a poner en duda ya experimentar de distinta manera, como las ideas, los valores, los sentimientos, la estética, las acciones y la fantasía.
En el aspecto donde el conservadurismo y el liberalismo difieren más, es en la apertura de valores, que se refiere a las actitudes y percepción que una persona tiene ante las autoridades y las tradiciones. El conservadurismo se relaciona más a lo familiar, a la conformidad y al tradicionalismo. En cambio, el liberalismo se asocia con el cambio y la innovación.
Finalmente, el conservadurismo y el liberalismo no sólo se limita a lo social. Después de todo, estas tendencias, más que una doctrina política, se refieren a un estado de contemplación desde ángulos inimaginables que, naturalmente, terminan por vaciarse en el inconsciente para transformarse en sueños.