El miércoles pasado, un elemento de la policía británica alertó a sus compañeros, e incluso les pidió apoyo y refuerzos, ante lo que consideró “una sospechosa luz brillante”.
El hombre se encontraba en Worcestershire, en el centro de Inglaterra, investigando un resplandor que se veía al otro lado de una elevación del terreno.
Sin embargo, 20 minutos después el oficial informó a su superior que todo estaba bien y que había encontrado la fuente de la luz.
Y así fue como el diligente policía descubrió la luna. Un malentendido que de alguna manera confirma lo dicho por Walter Benjamin en algún lugar del Libro de los pasajes sobre lo lejano que el hombre moderno se encuentra de los fenómenos celestes: «Nada aburre más al hombre común que el cosmos. De ahí que para él exista la más estrecha relación entre el clima y el tedio».