Entre las muchas expresiones que encuentra esta rivalidad, una poco explorada es la del retrato. En efecto, cuando una persona se prepara para ser retratada —pictórica o fotográficamente— obliga a su cuerpo a mantener una posición, a sujetarse al imperio de la mente, justamente para preservar algo de esa esencia que, se cree, es la verdadera cifra de una persona.
Partiendo de ambas premisas, el fotógrafo de origen estadounidense Clayton Cubitt realize un experimento singular: puso a leer a tres mujeres lecturas que se consideran sensuales o francamente eróticas: Leaves of Grass, de Walt Whitman; Necrophilia Variations, de Supervert y Still Life with Woodpecker, de Tom Robbins; con la adición de un mecanismo misterioso que mantenía perpetuamente estimulada la zona genital de la lectora, o al menos hasta que esta alcanzara el orgasmo (lo cual marcaba el fin del experimento).
Entre otros propósitos, Cubitt buscó explorar esas zonas límite donde la mente ya no alcanza a gobernar el cuerpo, a pesar de todas las directrices, mandatos y órdenes que se le dirigen:
Es muy interesante escuchar lo que estaba pasando por sus mentes conforme perdían el seguimiento de lo que leían y su cuerpo se dejaba vencer. Ellas aseguran que se volvió un trance casi religioso, y fue común que no recordaran la última mitad de lo que leyeron.
Por otro lado, como una preocupación de índole estética, el fotógrafo recurrió también a la noción de retrato, en la cual, como dijimos antes, se vuelve imprescindible la quietud motriz regulada por la mente:
Por mucho tiempo he estado fascinado con el concepto de control y autenticidad en el retratro, especialmente en estos tiempos modernos de marketing personal, autorretratos de Facebook y documentación incesante de sí de Instagram. ¿Qué se deja a los retratados para revelar? ¿Cómo podemos atravesar hacia algo real? Así que tuve varios proyectos relacionados con la distracción del modelo de sus poses practicadas hacia algo más cercano a la realidad, aunque sea una chapa artificialmente diseñada de la misma.
Hasta ahora, estos son las únicas tres filmaciones realizadas, pero Cubitt tiene intención de replicar el experimento con hombres y personas transgénero. Stoya, por cierto, la protagonista de la primera lectura, es actriz porno profesional.
En cuanto a los posibles usos que se les dé a sus videos —entre los cuales, con toda seguridad, estará la masturbación de no pocos— Cubitt asegura que no se opone a ninguna reacción, siempre y cuando esta exista.
Se trata, en suma, de un interesante ejercicio fílmico, fotográfico pero, sobre todo, mental, en el que se revela el precario dominio que nuestro pensamiento ejerce sobre el vehículo al que está atado y lo ilusorio que resulta el fundamento de este dominio.
[Alternet]