Aunque generalmente se cree que en la medida que la ciencia avanza la civilización se aleja de un estado en el que es necesario recurrir a explicaciones supernaturales, el trabajo que realizan los científicos es descrito por los medios, y en muchos casos por los mismos científicos, en términos que evocan el pensamiento mágico. Uno de los ejemplos más notables es el del bosón de Higgs, una aventura épica de la ciencia que por diversas razones ha empleado un lenguaje religioso o emparentado con la magia. Y esto es algo que conflictúa a muchos científicos que aparentemente buscan erradicar la primitiva recurrencia a estos términos para describir lo que para algunos es la cumbre máxima del hombre en su intento de penetrar los secretos del universo (o usando terminología híbrida, en palabras de Einstein, de conocer "la mente de Dios").
El proyecto de descubrir el bosón de Higgs ha sido la historia principal que la ciencia ha colocado en los medios en los últimos años, y la empresa más cara que el hombre ha financiado en pos del conocimiento teórico --el Gran Colisionador de Hadrones costó alrededor de 10 mil millones de dólares. Estas magnificas proporciones necesitaron de una descripción a la altura. Así esta partícula elusiva, cuya existencia avala el modelo dominante del universo de la física moderna -- y que en cierta forma es lo que hace real el mundo que hemos creído-- fue llamada "la partícula de Dios".
El término de "la partícula de Dios", repudiado tanto por muchos físicos, fue acuñado por el Premio Nobel de Física, Leon Lederman, quien bromea que iba llamar a esta partícula, "tan central y elusiva" para la física actual, la "partícula maldita" ("the goddamn particle") pero su editor no le permitió usar este término por lo que eligió "the God particle". El término funciona como una estrategia de marketing al apelar a un deseo totalizador (la teoría del Todo), y sobre todo por conjugar esta ambivalencia, relación de amor-odio y deseo último y originario de fusión, entre la ciencia y la religión, entre la razón y la magia. El usar este apelativo para describir al bosón de Higgs fue fundamental en la circulación noticiosa del proyecto del CERN, y en cierta forma justificó una inversión tan elevada: se alimentó el mito y el morbo, los científicos jugaban a ser Dios, o hacer Dios, una empresa única en la historia, había peligro (incluso se creó un rumor de que podrían crear un agujero negro o un mini Big Bang), un arco dramático... Había una cierta mística en la ciencia. Todo esto en buena medida como resultado del lenguage que se usó: el languaje confiere realidad, nombrar es conocer (es el primer y más importante don que le da el Dios del Génesis a Adán), la palabra es la principal herramienta mágica. Es también la principal herramienta de la "ciencia", que significa "conocer".
Lederman no es el único que empeló términos interdisciplinarios para describir lo que estaba sucediendo con el experimento del CERN:
La magia del colisionador es que puedes hacer tipos de materia que no encuentras en otro lado. Es como una especie de magia cuántica en la que desaparece en energía pura. No hemos visto nada disparatado todavía, pero aún podrían haber extraños elefantes rosas esperando aparecer.
Desde hace algunos años muchos científicos han advertido sobre el peligro de utilizar lenguaje coloquial para describir sus descubrimientos. Cosas como el entrelazamiento cuántico, la superposición de estados, la dualidad onda-partícula o el colapso de la función de onda, han sido comparados con conceptos del budismo o de la espiritualidad new age, a juicio de algunos físicos de manera errónea. Sin embargo, es imposible divulgar la ciencia, vender libros y buscar llegar (e inspirar) a las masas para dar conocer un trabajo --que a fin de cuentas es una forma de ver el universo y una filosofía-- sin utilizar los artificios del lenguaje. Físicos como Niels Bohr y Werner Heisenberg fueron particularmente conscientes de esta compleja relación entre el lenguaje y la física; lo cual no hizo que dejarán de contribuir a este tendencia de usar lenguaje propio de la esoteria en la ciencia. Bohr dijo: "En lo que respecta a los átomos, el lenguaje sólo puede usarse como poesía". Puesto que estos átomos son sólo "descripciones físicas abstractas". Como si fuera un monje zen: "No existe el mundo cuántico". Y Heisenberg "los átomos no son cosas, son solo tendencias, así que en vez de pensar en cosas, debes de pensar en posibilidades. Todos son posibilidades de conciencia”. En otras palabras los átomos son representaciones o potencias.
Intenta imaginar, por un momento, que viajas a otro planeta a estudiar a las personas que viven ahí. Cuando llegas, descubres la máquina más grande jamás construida, un túnel ovalado de 17 millas repleto de imanes de alto calibre. El túnel está purificado al vacío tal como si estuviera en el espacio sideral, y rayos de materia invisible son emitidos para colisionar entre sí a 99.9999991% de la velocidad de la luz, causando explosiones 100, 000 veces más calientes que su Sol.
Cuando le preguntas a los operadores que están haciendo, responden que intentan observar una excitación de un campo que todo-lo-permea y que otorga al mundo su substancia. La esperanza es que la excitación, que toma la forma de una partícula apenas observable, revele nuevas verdades de las fuerzas que producen el mundo visible. ¿Cuándo estuvieras de regreso, "ciencia" o "religión serían una categoría suficiente para describir lo que viste?
Y si bien un físico nos podría describir este experimento usando otro tipo de lenguaje, uno en el que el asombro fundamental estaría reducido a una fórmula matemática para la mayoría de nosotros incomprensible, la descripción anterior dispone una dimensión de realidad que también existe dentro de este fascinante proyecto. Desde una perspectiva igualmente valida, los científicos del CERN son magos o alquimistas que operan sobre la materia. Utilizan otro sistema, otro método. La frase de Arthur C. Clarke no deja de ser apropiada "la tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia". Y si bien los científicos podrían decir que esto es así sólo para la gente no especializada que no sabe distinguir lo que ellos hacen --leer el microtexto del universo--, que no conoce su ciencia (oculta), se podría argumentar, de manera opuesta, que lo mismo le podría ocurrir a los científicos al no conocer de magia, y no saber distinguir que ellos mismos pueden estar manifestando una intención y convocando fuerzas invisibles a manifestarse. Esto es, al menos, al utilizar el lenguaje para describir a la naturaleza la están dotando de un significado que ellos mismos le imbuyen: un encantamiento. Magia y ciencia: dos caras de una misma moneda.
Por último quisiera jugar con dos frases pertenecientes la tradición esotérica. Un poema de Aleister Crowley:
We place no reliance on virgin or pidgeon.
Our method is science, our aim is religion.
[No confiamos en virgen o pichón
nuestro método es la ciencia, nuestra meta es la religión].
¿Es posible que en el fondo lo que alimenta el desarrollo científico sea un deseo de re-ligar al hombre con la fuerza unitaria del universo? ¿Es por esto que los físicos buscan con tanto ahínco una teoría del Todo?
Y una frase enigmática, citada por Roberto Calasso, de un texto védico, en el que Shiva revela: "Maia es magia". Maia, palabra con la misma raíz que "materia" y que significa también "ilusión", la ilusión de este mundo material. Al mismo tiempo Maia es la madre de Buda, el que despierta. Conjeturo, en alta especulación, que ese despertar ocurre principalmente ante la conciencia de que la materia no sólo es ilusoria, es mágica. Se puede hacer con ella lo que sea. Como dijera Heisenberg: "los átomos son tendencias... posibilidades de conciencia". El mundo material es esencialmente mágico. La ciencia y la magia comparten la más profunda identidad.
Twitter del autor: alepholo