Por siglos, la tabla Ouija —de nombre aparentemente misterioso, pero que en realidad viene de la palabra “sí” en francés (oui) y en alemán (ja) — ha sido el ícono de la comunicación hombre-inframundo.
Los ocultistas la han utilizado como médium para establecer un diálogo con espíritus de personas ya fallecidas, o con aquéllos que aún tienen cuentas pendientes en el mundo terrenal.
Aunque muchas veces se ha desmentido la veracidad de la tabla, algunas personas continúan siendo fieles a este espeluznante artefacto.
La comunidad científica se ha esmerado en demostrar que la tabla no posee ningún poder paranormal. Diversos estudios comprueban que el movimiento aparentemente irreal de la tabla se da a partir de una serie de movimientos ideomotores que activan músculos del cuerpo de manera inconsciente.
Un estudio realizado en la Universidad de Columbia, en Canadá, comprobó que, además de los poderes sobrenaturales que se le adjudican, la tabla puede reflejar la parte subconsciente de quien la usa.
Los psicólogos Hélène Gauchou y Ron Rensink crearon un sistema que permite la comunicación con esta parte del cerebro. Para ello reunieron a 27 voluntarios que tenían que responder “sí” o “no” a preguntas de cultura general por medio de la Ouija; también se les pidió contestar las mismas preguntas en una computadora.
Al utilizar la computadora, las personas fallaron en casi todas sus respuestas, mientras que con la tabla, el 65% del total fueron correctas, lo cual sugiere que a la hora de utilizar la tabla, una parte inconsciente-intuitiva del cerebro se activa para darnos una respuesta, exactamente igual que cuando esas preguntas son dirigidas a “espíritus”. El estudio indica que todo lo oculto que queremos saber de nuestras vidas y de otras personas, en realidad lo tenemos escrito con tinta indeleble en nuestra mente.