Los países escandinavos hoy son pioneros en transparencia.
Wikileaks, como sabemos, es un proyecto sueco. Sus servidores están alojados en dicho país porque sus leyes son las que mejor protegen el almacenamiento de datos con información tan sensible como los logs de la guerra de Irak que un soldado estadounidense, Bradley Manning, hizo públicos a modo de denuncia hace dos años.
Islandia, por su parte, se está convirtiendo en un "paraíso de transparencia" gracias a la aprobación unánime de leyes que protegen a quienes se arriesgan a hacer pública información confidencial de gobiernos y empresas. Algo que como vemos no está ocurriendo en países como Inglaterra.
En el reciente festival de creatividad de Cannes Lions se le dio el máximo galardón -el Grand Prix- a un caso inusual y no publicitario. Fue la estrategia en Twitter de Suecia como país, un caso simple y experimental llamado los "Curadores de Suecia".
La idea del proyecto es revolucionaria y solo es posible en un país que defiende tan fervientemente la transparencia de la comunicación.
El punto de partida fue simple: el canal oficial de Suecia en Twitter, @sweden, en vez de publicar contenido editado, como se hace habitualmente, y con un moderador propio, decidió darle la voz a la gente y permitir que los ciudadanos tweteen en nombre de su país.
Cada ciudadano, sin importar su conocimiento, visión política o capacidad, administra durante una semana el perfil oficial y publica lo que se le antoja. Una forma original de mostrar la heterogeneidad y riqueza de visiones que puede tener un país.
Durante la conferencia de prensa donde se anunciaron los ganadores en el festival de Cannes, un periodista noruego criticó el proyecto argumentando que la persona a cargo del perfil oficial de Suecia la semana anterior había publicado comentarios racistas. El jurado respondió que en un proyecto de comunicación transparente, la comunidad sueca muestra que tiene la madurez suficiente para responder a cualquier comentario ofensivo que venga de su propia comunidad, aceptando la pluralidad de opiniones de sus propios habitantes.
Fue un claro mensaje a la industria de la comunicación actual, tanto a gobiernos como a anunciantes: hoy en día es importante no pretender controlar el mensaje en forma unívoca y dejar que la gente tome la palabra para hablar en nombre de su país o de los proyectos o marcas que los representan.
¿Están preparados los gobiernos del mundo -y las marcas publicitarias, por qué no- para seguir ese ejemplo?
Twitter del autor: @emilianorn