Saber qué nos depara el futuro como especie es quizá una de las ambiciones más constantes de nuestra historia, cuyo ejercicio ha variado según los recursos desarrollados colectivamente. Así, de la adivinación hemos pasado a la proyección, de la búsqueda de nuestro porvenir en las entrañas de un animal o en el vuelo de las aves a la estimación matemática y estadística con base en cálculos y tendencias supuestamente objetivos.
En un interesante artículo Jørgen Randers, conocido académico noruego especializado en los llamados “estudios del futuro” y planeación climática, enlista 8 maneras en las que es posible que el mundo sea enteramente distinto al que conocemos actualmente de aquí a 40 años, en el 2052.
Randers realiza este ejercicio con un método simple: preguntándose por el destino de 8 tópicos indispensables de la vida cotidiana, mismos que resumimos a continuación, aunque no sin invitar a los lectores interesados en consultar el original.
- 1. ¿Seremos más pobres?
- 2. ¿Habrá trabajos suficientes?
“Sí. O, para ser un poco menos frívolo: habrá tantos trabajos en el futuro como ha habido en el pasado —en relación con la fuerza de trabajo. O, para ser más científico: hay muy pocas razones para esperar que el desempleo sea mucho mayor (o menor) en el futuro de lo que ha sido en la última generación. Esto significa que 10% de aquellos que quieran obtener un empleo pagado no lo obtendrán. Esta cifra se acercará al 5% durante el auge de los negocios y al 15% cuando estos vayan a la baja. En el futuro como en el pasado”.
- 3. ¿Nos dañará el clima?
De acuerdo con el investigador noruego, los cambios en el clima nos impactarán pero no decisivamente antes del 2040. En sus cálculos la temperatura promedio aumentará en 0.8°C en 2012, 2.0°C en 2052 y alcanzará su máximo en el 2080, con 2.8°C.
En este asunto los escenarios son todavía inciertos, pues incluso los científicos no saben con certeza cómo afectará al planeta dichas variaciones climáticas, producto en buena medida de la actividad humana.
Igualmente deben tenerse en consideración dos circunstancias: por un lado, el hecho de que aún es posible implementar medidas para frenar este fenómeno y, por el otro, que la especie humana ha destacado desde siempre por su capacidad de adaptación y supervivencia.
- 4. ¿Las fuentes de energía serán más costosas?
Como ya sucede en nuestros días, los combustibles serán en el futuro mucho más costosos. Curiosamente, los de origen fósil serán hasta un 30% más baratos que otras fuentes de energía, en especial las renovables, que ya desde su periodo de introducción serán mucho más caras.
La transición de fuentes de energía no renovables a renovables será lenta y para 2052 todavía el 60% de la energía utilizada será de origen fósil, asegura Randers.
- 5. ¿Aceptarán tranquilamente los más jóvenes la carga de los más viejos y sus pensiones?
Es posible que las generaciones no acepten de buen grado sostener con sus aportaciones el retiro de los más viejos. “Están obligados legalmente, pero no pueden ser coaccionados físicamente”, dice Randers, para quien disturbios como los ocurridos recientemente en Grecia podrían multiplicarse en el futuro.
- 6. ¿El liderazgo mundial pasará sin sobresaltos de Estados Unidos a China?
El desarrollo económico de China y el crecimiento de su población terminarán por desbancar a Estados Unidos de la posición geopolítica privilegiada en la que hasta ahora se mantiene. Con todo, parece ser que este cambio en la hegemonía será pacífico, en vista de que en ciertos ámbitos (sobre todo económicos) ya sucede.
- 7. ¿Tendremos Estados más fuertes?
Los problemas que la humanidad enfrentará en los próximos años no serán pocos ni desdeñables, y van de lo económico a lo social y lo ambiental, “algunos de los cuales no podrán ser fácilmente resueltos por el mercado”, según dice Randers. Por esto es posible que en ciertos países la presencia del Estado en la vida pública sea cada vez mayor y más fuerte, “incluso si esto implica menos democracia y menos libertad de mercado”, sentencia el académico.
- 8. ¿El mundo será mejor en 2052?
Este quizá sea el pronóstico más difícil de todos, pues para responder es necesario situar ese “mejor” en función de varias circunstancias: mejor para quién, mejor dónde, mejor en qué condiciones.
Sin embargo, hay razones para pensar que, al menos materialmente, el mundo sí será un mejor lugar: más gente vivirá en entornos urbanos, tendrá un mayor ingreso, acceso a Internet, estará mejor informada, tendrán menos hijos y otros parámetros que, para algunos, se reflejan en el bienestar general.
[Co.Exist]