Por sus ideas, sus costumbres, su moralidad (en sentido amplio) que diverge de la convención y el establishment, varios artistas se han ganado la opinión desfavorable de quienes controlan los mecanismos del poder: la policía, la prensa, los tribunales, de los cuales se sirven para buscar el arrepentimiento, la refutación de esas ideas contrarias.
En esta lista presentamos el caso muy específico de 11 artistas que fueron investigados por el FBI, el buró de inteligencia de los Estados Unidos, reconocido por el poco interés que pone en supuestos obstáculos como la nacionalidad, el prestigio o los derechos humanos cuando la seguridad de su país se encuentra supuestamente "amenazada".
Así, aquí el TOP 10 de los artistas investigados por el FBI. Recordamos también nuestro TOP 10 científicos que terminaron en la cárcel
1. Pablo Picasso
Aunque nunca visitó los Estados Unidos, el FBI conserva un grueso expediente dedicado al genial Pablo Picasso, producto de 25 años de seguimiento de sus actividades, clasificado por el buró en la "C" de "comunista" y la "S" de "subversivo".
2. Andy Warhol
Warhol, enfant terrible de la escena artística estadounidense, llamó la atención de los federales por su película Lonesome Cowboys ("Vaqueros solitarios"), una adaptación libérrima y hippie del clásico shakespeareano Romeo y Julieta. Agentes se trasladaron al sitio de la locación y, con lo que vieron, redactaron una elaborada reseña de 75 fojas (quizá lo que ningún otro crítico ni estudioso del cine hizo nunca).
3. Milton Rogovin
Fotógrafo de profesión, Rogovin especializó su lente en captar la vida cotidiana de la clase obrera estadounidense, preferencia que le valió el interés del FBI por su trabajo. Entre 1940 y 1970 la oficina recolectó 600 hojas de información sobre Rogovin, con el argumento de que manifestaba una "fuerte adherencia a los principios marxista-leninistas". Hijo de padres rusos, el fotógrafo incluso fue llevado a declarar ante el Comité de Actividades Anti-estadounidenses, dependiente de la Casa de Representantes.
4. Alexander Calder
Comparado a menudo con Duchamp y Miro, tan respetables precedentes no obstaron para que el Buró se lanzara (discretamente) contra Calder, quien a mediados delos 30 frecuentaba amistades no muy del agrado del FBI, entre ellas Georgia O'Keefe, que también se encuentra en esta lista por su acérrimo comunismo. Aunque las relaciones entre este artista de los móviles y la autoridad nunca fueron plácidas, póstumamente se restituyó su reputación al adjudicarle la Medalla Presidencial al Honor que otorga el gobierno estadounidense (homenaje que su familia rechazó en recuerdo de las víctimas de Vietnam).
5. Yoko Ono
Aunque en su tiempo se desestimó la alarma de John Lennon ante la supuesta vigilancia que el gobierno tenía sobre él y su esposa Yoko Ono, con el tiempo se demostró que no se trataba de una ridícula paranoia del cantante. Según Ono, esto podría explicarse por el giro que dio la apariencia y el discurso de los Beatles a la rebeldía y la oposición (después de ser nada más 4 buenos muchachos ingleses provenientes de respetables familias).
6. Arnold Mesches
Otro artista que puede presumir de tener un buen legajo de folios con su nombre en las oficinas del FBI. Durante 27 años hubo agentes tras los pasos de Mesches, incluso al acecho de una de sus amantes, a quien intentaron convencer de convertirse en "soplona" del gobierno. Curiosamente Mesches terminó deconstruyendo todos estos archivos: una vez que pudo tener acceso legal y libre a dichas investigaciones sobre su persona, el artista hizo con ellos lo que sabía hacer: arte, y los convirtió en una pieza de exposición que celebra "la belleza estética de esa compilación mecanografiada con audacia".
7. Georgia O'Keeffe
Una de las pintoras más emblemáticas de la historia del arte contemporáneo, Georgia O'Keeffe fue también sumamente polémica en su actuar político. En 1946 O'Keeffe montó un evento llamado "Arte estadounidense de avanzada", en el que vendió hasta 79 obras de sus compatriotas al gobierno de su país. Y aunque con esta maniobra la burocracia cultural de Estados Unidos planeaba hacerse de cierto poder dentro de los círculos artísticos, al final la acción fue duramente criticada por senadores y otros miembros de la política nacional y el gobierno tuvo que revender las adquisiciones. Increíblemente una pintura de la O'Keeffe fue ofertada en 50 dólares.
8. Thomas Kinkade
Quizá uno de los pocos casos en que la política no es el motivo que anima al FBI contra un artista, Thomas Kinkade fue sospechoso de manipular fraudulentamente a varios inversores para que abrieran galerías amparadas en su reputación artística. Seis de estas personas acudieron al FBI en busca de ayuda y solución.
9. Jackson Pollock
Otro destacado artista reconocido mundialmente, se dice que el trabajo de Pollock fue utilizado en la época de la Guerra Fría como material propagandístico para contrarrestrar la influencia del Realismo soviético.
10. Hasan Elahi
Detenido en el aeropuerto de Detroit luego de aterrizar de un vuelo procedente de Holanda, Elahi fue puesto en libertad aunque no sin pasar antes por varios interrogatorios y sesiones de detección de mentiras. El FBI, sin embargo, le advirtió que debía avisar al buró siempre que emprendiera un viaje por avión. Elahi convirtió entonces la experiencia en arte y desde entonces mantiene el proyecto Tracking Transience ("Transitoriedad del seguimiento") alimentado por evidencia exhaustiva de su vida diaria.
11. Phillip K. Dick
El brillante escritor de ciencia ficción estadounidense Phillip K Dick es famoso por supuesto por sus distópicos novelas que han inspirado numerosas películas, pero también por su paranoia. Esta paranoia hizo que efectivamente fuera investigado por el FBI. Desde la década de los cincuenta, cuando Dick estaba casado con Kleo Apostolides, recibió una visita de unos agentes del FBI, los cuales se hicieron sus amigos. Dick atribuyó en este caso la visita a las actividades socialistas de su esposa.
En 1975 Phillip K. Dick escribió al FBI pidiendo que se desclasificara su propio expediente. Dicho expediente existía, pero en gran medida provocado por la paranoia de Dick, quien años antes había escrito al Buró advirtiendo sobre una conspiración neonazi que se le había acercado, presuntamente para que incluyera códigos en sus novelas para ser usados por esta organización.