En las islas neozelandesas de Cook, en los mares australes, vive una especie de lombriz sumamente peculiar que destaca por su curiosa forma, semejante a un árbol navideño, en variaciones cromáticas que incluyen el blanco, amarillo neón, azul eléctrico, rosa neón y otros.
Asimismo, entre otras particularidades que distinguen a este especie, cuya nomenclatura científica es Spirobranchus giganteus, se encuentra el hecho de que parece que siempre vienen en parejas, esto porque se trata de “radioles”, estructuras doblas de respiración y alimentación.
Su peculiar forma se desarrolló justamente para maximizar el área disponible para ambas acciones: viviendo sobre todo en arrecifes coralinos, las lombrices filtran los microrganismos que flotan en torno suyo para llevarlos hasta su tracto digestivo.
Una especie sin duda sorprendente que nos hace preguntarnos por esa psicodelia escondida en algunos diseños de la naturaleza, combinada en este caso, y no sin ironía, con uno de los íconos menos psicodélicos posibles: el árbol de Navidad.