Un par de psicólogos de la Universidad de Victoria, en Nueva Zelanda, aseguran que la sugestión es mucho más poderosa que otro tipo de pensamientos, pues predispone al sujeto a una determinada acción y, a la larga, termina modificando su comportamiento.
De acuerdo con Maryanne Garry y Robert Michael, en colaboración con Irving Kirsch de la Universidad de Harvard, la sugestión tiene una importancia mucho mayor de la que usualmente le adjudicamos en nuestra vida diaria, nuestros procesos de pensamiento y nuestras acciones.
“Una vez que anticipamos un la ocurrencia de un resultado específico, nuestros pensamientos subsecuentes y comportamiento ayudarán de hecho a que dicho resultado se produzca”, escriben los investigadores. Y ponen este ejemplo:
Si una persona tímida espera que un poco de vino le ayudará a “soltarse” en una fiesta, probablemente se sienta más desinhibido, se acerque a otras personas y se involucre en más conversaciones durante el transcurso dela noche. Y aunque quizá dé el crédito de todo esto al vino, son sus expectativas a propósito de este las que realmente inclinaron su comportamiento hacia lo planeado.
Se trata un poco de la “profecía autocumplida” sobre la que también teorizó el sociólogo estadounidense Robert K. Merton: tememos que algo suceda, supuestamente hacemos todo por evitarlo (o, al contrario, inconscientemente lo propiciamos) y al final termina sucediendo.
Por último la investigación de estos psicólogos va mucho más allá y tomando en cuenta situaciones como el efecto placebo o el hecho de que algunas personas comiencen a curarse ya desde que ingieren una medicina (sin que esta haya tenido tiempo aún de reaccionar en el cuerpo), se preguntan dónde radica el elemento verdaderamente real de cada uno.
"Si un tratamiento real y una sugestión llevan a resultados similares, ¿cuál es la diferencia entre ambos?", dice Garry.