Top 10: científicos que terminaron en la cárcel

El estatus del científico es quizá uno de los más respetables de la sociedad moderna, uno que pasó del misterio y el asombro, el temor que despertaban personajes como los alquimistas o los antecesores de los médicos, a la atribución del prestigio que dan la sapiencia y la erudición.

Esto, sin embargo, no exime a los científicos de incurrir en faltas propias de la naturaleza humana, punibles además por la convención social y legal de la que forman parte.

Aquí un top 10 con los científicos que por algún motivo cayeron bajo la jurisdicción de alguna autoridad que terminó sancionándolos con cárcel.

 

  • 10. Stewart Nozette

Investigador al servicio de la NASA que pasó de la ciencia a la contabilidad, Stewart Nozette fue acusado de un millonario fraude y conspiración en perjuicio de la agencia. Nozette comenzó minando los fondos de la NASA para financiar una compañía de su propiedad, pero después, cuando un supuesto agente israelí le ofreció dinero a cambio de documentos clasificados, el hombre no dudó en acceder a pedido, sin contar que se trataba de un trampa tendida por el FBI, a cuya dependencia pertenecía realmente el falso espía.

Nozette cumple todavía los 13 años de prisión a los que fue sentenciado.

 

  • 9. Sir Francis Bacon

Uno de los nombres más reconocidos en la historia intelectual de Inglaterra, durante esa época en que filosofía y ciencia no estaban claramente diferenciadas, Sir Francis Bacon se vio involucrado en cierta época de su vida en problemas de solvencia que le impidieron cubrir sus deudas. A pesar de su elocuente defensa, sus acreedores lo llevaron a pasar una temporada en la Torre de Londres, la legendaria cárcel inglesa.

 

  • 8. Anna Freud

Anna Freud, la hija de Sigmund, fue arrestada luego de que su familia intentara salir de territorio nazi luego de que este régimen tildara al psicoanálisis de “ciencia judía”. Los nazis intentaron usar a Anna como rehén e impedir que los Freud fueran al exilio. Esa noche en prisión fue sin embargo contraproducente, pues al parecer un oficial nazi que admiraba el trabajo de Sigmund se apresuró a tramitar los salvoconductos que permitieran la salida de los vieneses.

 

  • 7. Santiago Ramón y Cajal

Pionero de la neurociencia y descubridor de la estructura neuronal como fundamento del cerebro, el español Santiago Ramón y Cajal tuvo una naturaleza bastante irreverente durante toda su vida, incómodo siempre con los imperativos que la sociedad impone a sus integrantes.

En sus años mozos Santiago construyó, a los 11 de edad, un cañón casero que probó en su natal Petilla de Aragón, Navarra, cuyas autoridades locales no dudaron en encerrar al precoz púber.

 

  • 6. Johann Conrad Dippel

Johann Conrad Dippel fue un científico de mediados del siglo XVII bastante sui generis, animado sobre todo por la búsqueda de la inmortalidad. Quiso transferir el alma de una persona a otra utilizando un embudo y una manguera. Igualmente destiló un “elixir de la vida” utilizando huesos y sangre animales que aunque no evitó la muerte física de nadie, al final sirvió como colorante textil que se comercializa hasta la fecha con el nombre de “Azul Prusia”.

El delito que mantuvo a Dippel en prisión fue profesar ideas religiosas que iban en contra del dogma y por las cuales fue considerado un hereje.

 

  • 5. Jack Kevorkian

Famoso en la historia de la medicina por su sobrenombre de “Doctor Muerte”, Jack Kevorkian deseó siempre capturar el rostro de la muerte, fotografiando a personas que se encontraban en el trance último esperando así obtener constancia de dicho instante.

La década de los 90 fue especialmente difícil para Kevorkian porque, primero, diseñó y construyó una “máquina del suicidio” que administraba automáticamente una fuerte dosis de químicos que provocaban la muerte del usuario, invento que le valió una corta temporada de encierro. Después, en 1998, Kevorkian mismo inyectó las drogas letales a uno de sus pacientes, cuyo consentimiento no obstó para que el médico fuera a la cárcel. En 1999 se le dictó una sentencia de 8 años en prisión por el delito de asesinato en segundo grado.

 

  • 4. Timothy Leary

Timothy Leary quizá sea uno de los científicos que más cárceles conocieron, con un total de 29. Este hábito le hizo compararse con Jesucristo y con Sócrates, en quienes vio una especie de hermanos de persecución.

Los cargos que se le imputaron casi siempre estuvieron relacionados con posesión de drogas y una insaciable compulsión a mostrar la faceta de ridículo en que descansa toda autoridad.

 

  • 3. Klaus Fuchs

El talento de Klaus Fuchs lo llevó a trabajar, siendo británico y de origen alemán, con el equipo estadounidense que desarrolló la bomba atómica, el Manhattan Project. Trabajó también como espía para la Unión Soviética, por lo cual fue juzgado y condenado a 14 años de cárcel.

 

  • 2. Richard Feynman

Partícipe también del Manhattan Project, Feynman tuvo un día un acceso de locura o de impaciencia al violar los casilleros del personal asistente del proyecto para obtener ciertos documentos que necesitaba en su investigación. El científico actuó de esta manera porque hacer la solicitud por la vía oficial —administrativa, burocrática— sería tedioso y demorado.

Igualmente en otra ocasión, obligado como estaba a registrar su salida y su entrada en la base militar donde laboraba, un día Feynman descubrió un agujero por donde podía colarse sin cumplir con este molesto trámite en el punto de revisión acordado. Un día, cuando las autoridades militares notaron la anomalía —se registraba la entrada de Feynman a la base, pero no su salida— lo quisieron arrestar, pero el físico solo les respondió que, en lugar de esto, debían arreglar el agujero.

 

  • 1. Galileo

El mítico, obstinado Galileo del “Eppur si muove”, no tuvo este único desplante de altanería con la autoridad eclesiástica, pues habiendo recibido permiso del Papa para escribir un diálogo en que comparara las teorías geocéntricas y heliocéntricas, Galileo cumplió el cometido, dando al personaje heliocentrista todos los buenos argumentos y al geocentrista los malos. A este último, por cierto, lo llamó “El Simplón” e incluso puso en sus diálogos declaraciones textuales del Papa.

El desplante le valió al científico italiano la pena de muerte, que fue sin embargo permutada gracias a sus influyentes amistades por un arresto domiciliario de por vida y otras penas como la quema de sus libros y la retractación pública de sus opiniones.

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