Gabriel Amorth, de 85 años y jefe de exorcistas del Vaticano nombrado por Juan Pablo II, tomó parte en las investigaciones que se llevan a cabo para aclarar la desaparición de la joven, ocurrida en 1983 luego de que saliera del apartamento donde vivía, en la Ciudad del Vaticano, para ir a tomar una clase de música en Roma.
Amorth, sin embargo, asegura que su declaración no aporta nada nuevo a la pesquisa, pues ya antes el finado monseñor Simeone Duca, archivista del Vaticano, se presentó a sí mismo como el encargado de reclutar, asistido por gendarmes del estado papal, a niñas y jóvenes para estas reuniones clandestinas.
“La red involucra a personal diplomático de una embajada extrajera en la Santa Sede. Pienso que Emanuela terminó siendo víctima de este círculo”, declaró el sacerdote.