"La música es la aritmética de los sonidos,
al igual que la óptica es la geometría de la luz"
Claude Debussy
Las auroras boreales son un fenómeno meteorológico que generalmente asociamos con una sublime exquisitez óptica. Sin embargo, esta vez me toca presentarles una especie de oximoron sensorial durante el cual nos acercaremos a estos fantasmas policromáticos del cielo desde una perspectiva sonora. Entre la hipnósis sónica y el mantra fotónico, el sonido de las auoras registrado en diversas provincias de Canadá sugiere la apertura de portales hacia poéticos destinos –entre los que no podríamos descartar una ilusoria estetica divina o la locura fonética del canto de las sirenas.
Las auoras boreales emergen particularmente en altas latitudes a partir del choque entre partículas energéticamente cargadas y átomos de la termósfera. Estas partículas se originan ya sea en la magnetósfera, los vientos solares, o la propia Tierra, y son conducidas hacia la atmósfera a través de los campos magnéticos de nuestro planeta. El nombre de este fenómeno se debe a Aurora, la diosa romana del amanecer, mientras que en la mitología escandinava se asocian a las Valkryor, vírgenes guerreras ataviadas con armaduras que al galopar sobre sus fastuosos corceles van despidiendo chispas que iluminan la bóveda celeste.
A continuación escucharemos un audio grabado en 1996 por Stephen P. McGreevy, dentro del proyecto Natural Radio, que transmite el sonido de una aurora boreal registrada en Manitoba, Canadá. La grabación se realizó utilizando un equipo McGreevy WR-3, con un receptor WR-4b E-Field VLF, y una antena vertical de tres metros.
El procedimiento de grabación consiste básicamente en captar las ondas electromagnéticas de radio que permanentemente está emitiendo la Tierra –particularmente durante una tormenta, la presencia de una aurora, o a lo largo del campo electromagnético de nuestro planeta. Sin embargo, a diferencia de las ondas de sonido que corresponden a la vibración de una molécula de aire y por ello las podemos captar directamente con nuestros oídos, las ondas de radio en la naturaleza surgen de la vibración de ondas electromagnéticas que, a pesar de transmitirse en la misma frecuencia que el sonido, no pueden percibirse sin ser convertidas por un receptor ELF-VLF.
Según McGreevy esta grabación, la cual considera como una de sus favoritas y que corresponde a la aurora de la siguiente fotografía, respresenta una hipnótica secuencia coral. En lo personal el sonido documentado me remite a una inquieta efervescencia que advierte la gestación de un suceso relevante, quizá de una epifanía o un clímax estético –como un amanecer viéndose al espejo, percibiendo su alma invertida (as above, so below). Resulta increíble la armonica complejidad de sonidos que, atravesando orgía de texturas sonoras, termina por desdoblarse en ecos orquestados de acuerdo a una confusa y casi impenetrable perfección.
Manitoba, Ca. 30 de Agosto, 1996, 1652 UTC
La siguiente es una grabación registrada un año antes en Alaska. Una vez más nos encontramos con texturas aparentemente caóticas –aunque seguramente tienen acceso a un orden tan sofisticado que no podemos acceder razonando lo que nuestros oídos captan. Un exuberante poema que la Tierra se recita así misma, tal vez una especie de mantra micro-sensorial que mapea un estado de animo geológico...
Fairbanks, Alaska. 1995
Twitter del autor: @paradoxeparadis