El relato del héroe solar presenta su propia estructura arquetípica, la cual podríamos sintetizar en 3 fases:
1) Nacimiento y Exilio: El nacimiento del héroe solar es siempre un suceso milagroso, afirmando su naturaleza divina, sobrehumana. Este origen milagroso involucra comúnmente el nacimiento por parte de una madre virgen, encinta por un procreador espiritual (un dios, padre divino del héroe).
2) Iniciación: El héroe pasará por una etapa de aprendizaje y a lo largo de su crecimiento irá dando cuenta de virtudes sobrenaturales. Al llegar a la mayoría de edad, comenzará a descubrir los signos de su herencia secreta y divina. Esto lo llevará a asumir su condición de héroe, debiendo atravesar determinadas pruebas (las cuales involucran comúnmente la lucha contra monstruos y búsquedas extraordinarias) de las cuales saldrá transformado. Esta etapa constituye el llamado arquetipo de la Iniciación, e involucra siempre un activo descenso del héroe al inframundo (averno, caverna, Hades) para enfrentar al monstruo que guarda a la doncella o conquistar el tesoro escondido, símbolo de su propia transformación. Este descenso se configura como una muerte, literal o simbólica, que el héroe debe atravesar para poder emerger renacido (deificado).
El termino héroe solar proviene, en parte, de los antiguos rituales cíclicos de la fertilidad asociados a estos personajes como figuras de culto. En estos, la muerte y el renacimiento del héroe coinciden con los ciclos estacionales y con la “muerte” y el “renacimiento” (solsticios y equinoccios) del Sol a lo largo del ciclo anual.
Ejemplos de esta estructura arquetípica se encuentran en prácticamente todas las culturas conocidas: Perseo en la mitología griega, Sargón El Grande en la mitología caldea, Mitra en Persia, Krishná en la India, Abraham y Moisés en el Antiguo Testamento, Starkadr en la mitología escandinava, Rustam en la mitología iraní, Chandragupta en la mitología hindú, Lugh en la mitología celta… son solo algunos de los tantos y diversos ejemplos que la mitología registra.
Como explicábamos en la segunda parte, según la psicología junguiana, el héroe solar es el representante arquetípico de la consciencia colectiva abriéndose camino frente a las fuerzas regresivas de lo inconsciente. En los relatos antes mencionados, las fuerzas regresivas y devoradoras del inconsciente que el héroe debe enfrentar están simbolizadas por las aguas, el océano y los clásicos monstruos terribles que constituyen sus pruebas. Las aguas que acosan al pequeño héroe al principio y lo llevan a la deriva simbolizan la inconsciencia colectiva de la que el héroe debe emerger para poder afirmar su individualidad.
Al llegar a la tierra, el último hijo de Kripton será, como todo héroe solar, criado por una bondadosa familia de granjeros, los cuales le enseñarán el valor de la humildad, la generosidad y la responsabilidad. Al descubrir su legado cósmico (divino/celestial), su origen y sus poderes, Clark Kent pondrá estos al servicio de la humanidad, convirtiéndose en Superman. A diferencia del übersmench de Nietzsche, que se encuentra más allá del bien y el mal, el código de conducta de Superman estará implícitamente anclado en una moralidad judeocristiana y un sistema de valores liberal-democrático norteamericano.
Como Cristo, al final de su propia consagración, Superman se elevará por encima de nuestras ciudades, todopoderoso, iluminado por nuestro sol (el cual Byrne, más tarde y apropiadamente, convertirá en el origen de los poderes del héroe), transformándose en nuestro salvador, la bondadosa divinidad celestial que desde los cielos vela por nosotros, castigando al culpable y protegiendo al inocente.
Incluso los padres terrenales del héroe, Martha y Jonathan Kent remitirán directamente a aquellos pastores bíblicos del Nuevo Testamento que cuidaron a Jesús, el hijo celestial entregado a nuestro mundo por su padre para salvar a la humanidad. Acaso las iniciales de los nombres de Martha (madre de un hijo sin pecado concebido) y Jonathan Kent (un padre trabajador, humilde y granjero), idénticas a las de María y José, padres terrenales de Jesucristo, no sea casuales.
En 1978, conscientes de esta simbólica analogía, los guionistas de la primera película de Superman ponen en boca de Jor-El, el “padre cósmico” del Superman: "Pueden ser un gran pueblo, Kal-El, desean serlo. Sólo necesitan la luz que les muestre el camino. Por eso especialmente, por su capacidad para el bien... te he enviado a ellos, a ti... mi único hijo.". Su director, Richard Donner, diseñaría la nave de Superman como una estrella de Cristal, aludiendo claramente a la Estrella de Belén, signo de la llegada del salvador a nuestro mundo.
Semejanzas similares entre Superman y Jesucristo (así como otros héroes solares divinizados de la antigüedad) podemos encontrar entre la muerte y la resurrección de Superman y las resonancias sociales que causaron en su momento. Como los héroes solares del mito, que morían cada invierno para renacer con el nacimiento del verano, Superman morirá solo para volver a la vida resucitado y nutrido por la matriz solar conservada en su fortaleza en el Polo Norte.
En Superman Returns, Superman atraviesa su propia pasión crística: despojado de sus poderes, es apaleado por los hombres de Lex Luthor, recibiendo una puñalada de kriptonita en el costado. Finalmente sacrificándose para salvar el mundo, Superman atraviesa una especie de muerte. Su caída desde el espacio asume la postura del Cristo crucificado, con los brazos en cruz y las piernas unidas. Luego del despertar/resurrección de Superman, Singer culmina el film con el personaje asegurándole a Lois Lane: “siempre estaré por aquí”, resonando con la promesa de Jesús a sus apóstoles “estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos”.
Como otra identificación explicita de Superman con los héroes solares de la mitología clásica, Morrison nos presentó en el 2009 la que ya es considerada, a juicio de muchos, una de las mejores historias de Superman de todos los tiempos, llevada también al campo de la animación: All Star Superman. En ella, Morrison asume sin rodeos el carácter mítico-divino del personaje poniéndolo en la tarea de realizar sus 12 trabajos o pruebas definitivos, en clara referencia a los 12 trabajos de Hércules. Hércules, héroe solar por antonomasia, y sus 12 trabajos no son otra cosa que una versión simbólica del camino que realiza el Sol a lo largo de su ciclo anual, pasando por las 12 constelaciones zodiacales, las doce pruebas de la consciencia en su camino trascendental hacia si misma.
Las vestiduras cambian, el arquetipo permanece. Alimentándose con el bagaje subterráneo de los símbolos y valores sociales de las culturas que los conforman, los símbolos arquetípicos emergen del crisol ardiente de sus épocas, y las reflejan.
A partir de la aparición de la figura de Superman en las páginas de los comics, un nuevo tipo de mito heroico se hace presente en la psique colectiva. En la cuarta parte analizaremos los elementos que conforman este nuevo mito que ha llegado hasta nuestros días con una enorme fuerza vital: el mito del superhéroe.