Así, resulta por lo menos curioso que entre los presidentes de Estados Unidos se ha mantenido en años recientes una tendencia común: la mayoría son zurdos, 3 de 5 desde Ronald Reagan (que era ambidiestro). Paradójicamente, el único diestro y no siniestro fue George W. Bush. Además, el dato es relevante porque apenas un 10% de la población estadounidense se conduce preferentemente con su mano izquierda.
Y si, como decimos, puede ser que esto no sea más que una casualidad inocente, es imposible soslayar el simbolismo en torno a la mano izquierda, la mano del mal, el lado que siempre se toma para ir descendiendo en los Infiernos (aunque también para salir de ciertos laberintos).
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