Algunas investigaciones han demostrado que los dos idiomas conviven simultáneamente en el cerebro, lo cual sugiere la idea de que viven estorbándose uno a otro, sin embargo, lejos de ser un problema, esta situación se convierte pronto en un beneficio, pues obliga a nuestro órgano a resolver un conflicto interno, una especie de gimnasia que fortalece el músculo cognitivo.
Asimismo, experimentos como el que realizaron Ellen Bialystok y Michelle Martin-Rhee, psicólogos canadienses, Bialystok adscrito a la Universidad de York, sugieren que los niños bilingües resuelven con mayor facilidad ciertos rompecabezas mentales que involucran procesos de atención, planeación y resolución de problemas, en comparación con aquellos que no han aprendido otra lengua además de la materna. Además, estos procesos mentales están relacionados con otras capacidades como la de ignorar las distracciones para conservar la atención y recordar momentáneamente información útil para la tarea que se realiza.
Al parecer esto es consecuencia de que el bilingüismo vuelve a sus poseedores mucho más atentos a su entorno. Albert Costa, de la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona, asegura que los niños que crecen en ambientes donde se hablan cotidianamente dos lenguas distintas adquieren, forzosamente, la habilidad de rastrear los cambios a su alrededor con mucho mayor detalle que otros.
Finalmente parece ser que estos beneficios no se limitan ni a la niñez ni a los años posteriores y, por el contrario, alcanzan incluso edades avanzadas. Estudiando personas ancianas que hablaban inglés y español, el neuropsicólogo de la Universidad de California, Tamar Gollan, encontró que aquellos con mayor solvencia en ambos idiomas presentaban también más resistencia al desarrollo de trastornos mentales como la demencia o el Alzheimer.
Así que más allá del indudable provecho y los muchos beneficios que hay en aprender una nueva lengua, incluso por mera salud mental valdría la pena hacerlo. Igualmente faltaría conocer si estos efectos positivos se multiplican conforme se incursiona en nuevos idiomas.
[NYT]