Como un fantasma desfilando ágilmente a través de un escenario misterioso, Will Hughes se monta en su tabla, ataviado con un traje de leds, y surca la nieve nocturna con sutil destreza. El estético performance es documentado en una pieza dirigida por Jabob Suton, y musicalizada por Shervin Shaeri. A lo largo de los noventa segundos que dura Glowing Man, apreciamos una luminosa silueta practicando una especie de armónico ballet, que termina por dar vida a un sublime recorrido sobre la alba elegancia.