De acuerdo con las investigaciones policiacas, el primer grupo de esta red la dirigía un ciudadano rumano de nombre Iancu T. que en su país de origen fue condenado a 5 años de prisión por el delito de proxenetismo. Como regularmente sucede en estos casos, Iancu atraía a sus compatriotas con falsas promesas de empleo en territorio español y, una vez ahí, las sumía en el infierno de la prostitución.
Por otro lado, un sobrino del hombre, Iulian T., siguió después los pasos de su pariente, aunque con un grado mucho mayor de crueldad hacia las mujeres que mantenía cautivas, entre las que se encontraba una joven de 19 años que luego de un primer intento de escape recibió un trato mucho peor que antes, al grado de que le fue tatuado en la muñeca un código de barras con el dinero que adeudaba al proxeneta: 2,000 euros.