Conferencias interminables, clases aburridas, discursos burocráticos que saltan de cliché en cliché y de lugar común en lugar común, interrupciones sosas en momentos y lugares donde el silencio es imprescindible, cotilleo molesto que rompe con la concentración de alguien que lo requiere, son solo algunos de los escenarios en que el invento de Kazutaka Kurihara y Koji Tsukada será sumamente útil.
Se trata de una “pistola interrumpe-discursos”, un dispositivo que cuando se apunta hacia una persona que está hablando graba sus propias palabras y las lanza de vuelta con un retraso de 0.2 segundos, lo cual afecta los procesos cognitivos del cerebro y provoca que el hablante tartamudee antes de caer en el silencio total (esto porque el efecto perturbador de escuchar lo pronunciado apenas un momento antes se esfuma al callarse).
De acuerdo con los investigadores, el aparato funciona mejor en personas que leen en voz alta que en aquellas inmersas en un discurso espontáneo y es totalmente inútil con sonidos sin sentido y uniformes que se emiten sostenidamente (digamos, un "ah" prolongado).
Y aunque ya muchos pensamos en usos políticamente incorrectos para esta pistola, la intención original de sus inventores se limita a espacios como las bibliotecas públicas o contextos en que una persona impide hablar a otra. Aunque algunos también podríamos cometer una especie de suicidio verbal dirigiéndola contra nosotros mismos.
[Gawker]