De acuerdo con las investigaciones llevadas a cabo por un grupo dirigido por Martín Medina Elizalde y Eelco Rohling (del Centro de Investigación Científica de Yucatán y de la Universidad inglesa de Southampton, respectivamente), el colapso de la civilización maya pudo deberse a una reducción moderada en el nivel anual de precipitación registrado en la zona, especialmente entre el periodo que va del año 800 al 950.
Este descubrimiento podría confirmar que la variación en las condiciones ambientales de la región fueron cruciales para determinar el fin de esta que muchos consideran una de las culturas más avanzadas en la historia de la humanidad. En este caso en particular, una menor cantidad de lluvia se tradujo en menos agua disponible para el consumo cotidiano.
La investigación combina registros de las variaciones climáticas que pueden rastrearse en las estalagmitas y la superficie de los lagos de la región, con lo cual los científicos descubrieron que la actividad de las lluvias veraniegas y las tormentas tropicales disminuyó en la zona, con lo cual las precipitaciones pluviales también se redujeron entre un 25% y un 40% con respecto a lo registrado anteriormente.
De acuerdo con Medina Elizalde, este estudio aporta estimaciones detalladas sobre escenarios que ya otros habían propuesto antes, mostrando cómo el equilibrio roto entre la evaporación y las lluvias ocasionó el desastre en que se vio envuelta la sociedad maya.