Hasta ahora la naturaleza de las auroras boreales no ha sido cabalmente explicada, aunque, por supuesto, se tienen ciertas pistas sobre las causas que las originan.
El viento solar, por ejemplo, es uno de los factores elementales para el surgimiento de estos prodigios, pero también ciertas condiciones atmosféricas que por su múltiple conjunción tienden un velo de misterio sobre las llamadas “luces del norte”.
Para averiguar a qué se debe este fenómeno, la Agencia Espacial Estadounidense, la NASA, disparó contra una aurora boreal un cohete de 14 metros que se elevó a más de 300 kilómetros llamado MICA, destinado a sondear cómo el acoplamiento de la magnetósfera y la ionósfera inciden en el surgimiento del fenómeno.
MICA rompió la aurora y permaneció el aire durante 10 minutos, recogiendo datos sobre las circunstancias aledañas
Y aunque esta información apenas se está analizando —para de paso conocer también con más profundidad los efectos de las partículas cargadas que conforman en el viento solar sobre la Tierra y sus telecomunicaciones—, por el momento ya es suficientemente sorprendente ver una de estas luces partida en dos pedazos.
El 2012 es el año de las auroras (según la NASA el más prolífico en 50 años) aquí una guía para avistarlas y una galería