Quizá a muchos el nombre de Luis von Ahn no les diga nada. En cambio, si hablamos de CAPTCHA, las cosas cambian. ¿Quién no ha tenido que llenar uno de esos recuadros transcribiendo la imagen de una palabra que se le presenta para tal efecto? Esto, se dice, para comprobar que quien realiza una solicitud —al abrir una cuenta de correo electrónico, al comprar algo en línea, al comentar en una página— es un ser humano y no un programa de computadora. Bueno, pues Luis von Ahn es el creador del CAPTCHA.
El requisito, como el mismo Ahn lo reconoce, es bastante molesto e incluso inútil. Además, haciendo cuentas, tomando en consideración a los millones de personas que diariamente lo realizan, representa un desperdicio de tiempo y esfuerzo humanos que podrían emplearse en otras tareas.
De ahí que el también profesor en Carnegie Mellon haya decidido convertir CAPTCHA en reCAPTCHA, que consiste, en términos generales, en la asistencia humana gratuita en la digitalización de libros: aquellas palabras de una página escaneada que una computadora no puede descifrar, las resuelve un ser humano totalmente adaptado al lenguaje que, en esto, supera incluso la tecnología más avanzada desarrollada hasta ahora. Hay otros detalles al respecto que Ahn explica en la charla que presentamos.
Al ver los resultados de este nuevo proyecto, Ahn comprendió que Internet permite lo que hace 20 o 30 años era impensable: coordinar millones de personas para realizar una tarea. Desde las Pirámides de Egipto hasta la carrera espacial, los proyectos colectivos no excedían los 100,000 integrantes porque después de ese número la coordinación se hace inviable. Con la Red, sin embargo, se puede revertir esta situación.
¿Con qué objeto? Pues ahora Ahn se ha propuesto la increíble tarea de traducir Internet a por lo menos los idiomas más importantes o populares. Como sabemos, ahora la mayor parte de contenidos en Internet está redactada en inglés y, por otro lado, que muchísimas personas en el mundo no conocen este idioma, con lo cual dejan de tener acceso a los mismos. Si aspiramos a que Internet sea un lugar equitativo y horizontal, sin duda una de las circunstancias que podrían corregirse serían estas barreras del lenguaje.
Por medio del proyecto Duolingo, por ahora todavía en su fase de prueba, la tarea ahora es traducir toda la Red, colectiva, gratuitamente, con el motivante más que atractivo de aprender al mismo tiempo otro idioma también sin costo para el usuario más allá del tiempo destinado al aprendizaje. De este modo, una persona que sabe español y quiere aprender inglés, mientras aprende este idioma también está ayudando a traducir, por poner un ejemplo, la Wikipedia.
Sin duda la idea es más que ambiciosa pero también suena, de algún modo, totalmente asequible. Por proyectos como este es que Internet es uno de los hitos en la historia de la humanidad, que está impulsando ya una revolución de alcances todavía imprevisibles. Quizá la única objeción sería por el propietario último de este conocimiento: si todos contribuyen en su generación, este debería también pertenecer a todos, sin restricciones.
[CNN]