Dev Harlan es un joven artista neoyorkino que lleva ya unos años jugando con medios físicos y virtuales, combinando luz, escultura y proyección. Su más reciente obra "Parmenides 1" es probablemente la más lograda en su carrera; ya había construido pirámides multicromáticas con pantallas geométricas, vulvas aéreas de neón y discoballs holográficas pintando de geometría sagrada salas de museo. Pero "Parmenides 1", parte de su exposición Astral Flight Hangar, conjura un metaobjeto —como aquel monolito de Kubrick, o el Rubik cube de un demiurgo que juega a la comogénesis y proyecta la estructura del universo: luz, geometría y movimiento— que mueve al espectador al hiperespacio de la estética donde los sólidos platónicos se disuelven en cristales líquidos oniridiscentes.
Terence Mckenna gustaba citar el fragmento 54 de Heráclito (justamente el filósofo presocrático que se opuso radicalmente a Parménides): “El Eón es un niño que juega con pelotas de colores". Esta es la sensación que nos deja la obra de Dev Harlan, solo que el Eón es él mismo la pelota de colores, de la misma forma que el tiempo es el espacio.
Según el filósofo griego Parménides, el cambio es una ilusión, el ser verdadero es inmóvil, increado y eterno. La obra de Dev Harlan refleja quizás las alteraciones ilusorias de la unidad del Ente, como por una magia de duendes, que proyecta el rostro informe de esta divinidad universal. Es un juego de adivinación circense, dibujar en el espacio aquello que no tiene forma -—abstracción pura geométrica que se desdobla en patrones armónicos, matemática que se materializa en una feria luminosa de formas. Un elegante y paradójico autotransformador que muestra los cambios de aquello que no cambia.