#OccupyWallStreet no es una protesta sino el prototipo de un nuevo estilo de vida

A más de un mes de haber arrancado, la movilización conocida como #occupywallstreet se perfila como un fenómeno histórico, difícil de entender y por lo tanto de describir. La prensa alrededor del mundo ha atravesado múltiples complicaciones para cubrir este movimiento, en muchos casos por limitantes que les imponen sus agendas corporativas, pero en muchos otros casos por su incapacidad de dilucidar la esencia de lo que está ocurriendo.

Afortunadamente existen análisis como el del hábil teórico de los medios y las nuevas economías, Douglas Rushkoff, que nos permiten aplicar nuevos espectros de entendimiento a #occupywallstreet y así concebir el fenómeno no como un paraíso ideológico o como un utópico estandarte de lucha social, sino como una fuente de inspiración para un nuevo formato de existencia contemporánea. Ni más, ni menos. 

A continuación presentamos una traducción integra del artículo que Rushkoff escribió para CNN, y el cual fue también publicado en su blog personal, originalmente titulado "Occupy Wall Street is not a Protest but a Protoype".

Occupy Wall Street no es una protesta, sino un prototipo

Douglas Rushkoff

Entre más familiar sea algo, menos amenazante nos parece. Y esta es la razón por la que las simpáticas imágenes de estudiantes universitarios marchando a través de Broadway o chicos sin camiseta tocando tambores son parte de lo que vemos del movimiento Occupy Wall Street. Los corredores de bolsa observan, la policía custodia las barricadas y lo que aparenta ser un tradicional movimiento de protesta se extiende por un día, una semana o un mes más.

Pero “Occupy” es todo menos un movimiento de protesta.  Por eso las demandas de la creciente legión de participantes de Occupy alrededor el mundo se han vuelto tan difíciles de expresar o discernir por parte de las agencias de noticias. Como sucede con cualquier otra cosa en este planeta, los ocupantes podrán querer que muchas cosas sucedan y muchas otras dejen de suceder, pero la ocupación no se trata de demandar cosas. Ellos no quieren nada de ti y no hay nada que tú puedas hacer para  detenerlos. Y esto es lo que hace a Occupy tan temible y tan prometedor. No es una protesta, sino el prototipo para un nuevo estilo de vida. 

Pero no me malentiendan. Los Ocupantes no están proponiendo un mundo en donde todos vivamos sobre el pavimento y durmamos bajo precarios refugios. La mayoría de nosotros no tenemos el valor, la estamina o la fortaleza  para trabajar tan duro como estos jóvenes lo están haciendo (sí, trabajan más duro que prácticamente sobre cualquiera, excepto un granjero o un minero, podríamos concebir). Los campamentos de supervivencia urbana que están instalando alrededor del mundo en realidad son más como congresos o pequeñas zonas de experimentación de ideas y comportamientos que eventualmente quizá terminemos implementando en nuestras comunidades y a nuestra manera.

Los Ocupantes están, de hecho, forjando una robusta micro-sociedad de grupos de trabajo, cada uno de ellos desarrollando nuevos acercamientos —o reviviendo algunos perdidos— frente a problemas largamente vigentes. Para citar solo un ejemplo, la Asamblea General, es un nuevo, altamente flexible, acercamiento a la toma grupal de decisiones y construcción de consensos. Pero a diferencia de las reglas parlamentarias que promueven el debate, la diferencia y la decisión, la Asamblea General da vida a nuevos elementos. Todo se encuentra orquestado a través de simples gestos de manos. Los tópicos son jerarquizados según su importancia y todos tienen oportunidad de hablar. Incluso después de una votación, excepciones y objeciones son incorporados como enmiendas.

Esta es solo una de las razones por las que los Ocupantes parecen incompatibles con las actuales ideas sobre demandas políticas o la lucha entre derecha e izquierda. Ellos no están interesados en debatir (o en lo que los filósofos del Renacimiento llamaron “dialéctica”), sino en el consenso. Están trabajando para ir más allá del sistema binario de operación política, del siglo XIII, en el que un ganador se lleva todo. Y como cualquier desarrollador de software, están aprendiendo a “soltar pronto y soltar continuamente”.

Asimismo, los Ocupantes han adoptado las soluciones de acceso a Internet de la Free Network Foundation, que ha erigido “Freedom Towers” en los sitios de ocupación en Nueva York, Austin, y otros, a través de las cuales la gente puede acceder a Wi-Fi gratuito, sin censura y autentificado. Y cuando esta tecnología permee nuestras propias comunidades, cada quien podrá inferir lo que sucederá con los proveedores corporativos de servicios de Internet.

Los ocupantes han formado grupos de trabajo para enfrentar un abanico de problemas sociales y económicos, y sus muchos sitios de ocupación sirven como laboratorios para probar las soluciones que se gestan ante estos. Uno de los grupos está desarrollando una divisa complementaria que puede utilizarse, en un principio, dentro de la red de comunidades del movimiento. Su eficiencia será puesta a prueba y fortalecida por los ocupantes que se proveerán, unos a otros, con bienes y servicios antes de que sea liberada a otros entornos alrededor del mundo. Otro grupo está incitando a la gente a retirar su dinero de los bancos el próximo 5 de noviembre, para moverlo a bancos locales o uniones de créditos que sean parte de cooperativas.

Ya sea que estemos o no de acuerdo con que algo en la sociedad moderna debiera cambiar, debemos al menos entender que los Ocupantes no son solo otro movimiento político ni tampoco un grupo de holgazanes que buscan una excusa para no trabajar. En cambio, ellos saben de la inutilidad de intentar utilizar las herramientas de una sociedad competitiva, en la que el ganador se lleva todo, para fines que serán mejor correspondidos a través del uso de herramientas de ayuda mutua. Este no es un juego en el que alguien gana, sino una forma de jugar que es más exitosa entre más gente se una y más tiempo dure el juego.

Ellos triunfarán en la medida en que varios de los modelos que están usando como prototipos sobre el pavimento permeen a aquellos que trabajamos en soluciones desde la comodidad de nuestros cálidos hogares y oficinas. Pues si llegásemos a abrazar o al menos considerar opciones tales como producción y comercio local, uniones crediticias, acceso libre a las tecnologías de comunicación y una democracia realmente sustentada en el consenso, entonces todos nosotros nos convertimos en Ocupantes. 

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