Tras veinte años de servicio monitoreando las variaciones climáticas que registra la Tierra, el Satélite de Investigación de la Atmósfera Superior (Upper Atmosphere Research Satellite o UARS), ha concluido su vida útil. Pero el problema es que una vez que se haya "auto-desactivado" inevitablemente caerá a la Tierra, atravesando la atmósfera y, peor aún, no hay manera de calcular el sitio en donde este pedazo de chatarra espacial aterrizará.
Entre los probables puntos en donde pudiese caer el satélite se incluyen varias zonas con alta densidad de población, por ejemplo cualquier ciudad en Europa, Asia y América del Norte y del Sur. Y si bien una porción considerable del dispositivo será incinerada durante su caída atravesando la atmósfera, científicos de la NASA han calculado que alrededor de media tonelada de metal sobrevivirá el trayecto y ese es precisamente el objeto que en los próximos días impactará algún punto de nuestro planeta. Por esta razón la la agencia espacial estadounidense lanzó hace unos días una advertencia sobre los riesgos que puede implicar la azarosa llegada del UARS.
Hasta ahora los científicos solo saben que el área en peligro va de los 57 grados Norte a los 57 grados Sur con respecto al Ecuador, una región que incluye porciones de los seis continentes y en la que habitan miles de millones de personas. "Las cosas (artefactos espaciales) han regresado a la Tierra desde los comienzos de la era espacial; hasta la fecha nadie ha sido alcanzado por ninguno de los objetos que ha retornado", afirma Gene Stansbery, integrante de la NASA asociado a este proyecto. Sin embargo, también aprovechó para advertir: "Eso no quiere decir que no estemos preocupados".
De acuerdo con cálculos matemáticos se estima que existe la probabilidad de 1 en 3200 de que en los próximos días seas golpeado por un trozo de satélite con un peso de 500 kilogramos.