La edición número 25 del festival Burning Man en Black Rock, Nevada, concluyó este fin de semana, albergando a 50 mil personas que se reunieron para celebrar la vida en el desierto con un megaritual neopagano. Con todos los boletos vendidos y con el característico desfile de freaks, dioses, ravers, stoners, hippies y robots, esta vez el festival celebró temáticamente el Rito de Iniciación construyendo el Templo de la Transición, un edificio de 35 metros de altura cuya estructura efímera evocó a una igleisa alienígena, la cual fue incendiada como sacrificio.
También ardió entre luces fluorescente el tradicional "burning man", una versión del rito pagana de sacrificar al dios de la primavera, como ocurre en la película El Hombre de Mimbre, un poderoso rito solar que mezcla la teatralidad, el surrealismo y la magia.
La idea Burning Man es crear un espacio comunicatorio "artístico, absurdo de incomodidad, disfrute y sueño" y para esto el desierto momentáneamente es habitado por estructuras artísticas estrambóticas, psicodélicas e intergalácticas donde los participantes exploran los límites de su propia conciencia y de su cuerpo, tomando drogas de diseño y enteógenos bajo temperaturas extremas, escuchando música transcelestial o ruidos y frecuencias que empujan la realidad hacia su último píxel.
Sobre el templo, el International Arts Megacrew dijo: "Lo que llamamos el Templo es una idea colectiva, un sentimiento, un aura proyectada de los participantes hacia la plantilla vacía del edificio. Es entonces nuestra misión crear el Templo como una nave vacía y al mismo tiempo hermosa, inspiradora, que gentilmente sugiera y permita a los participantes sentir e interactuar con su esencia intangible".
Uno de los artistas más representativos que se presentó en Burning Man este año fue Kalya Scintilla: