Fuera de este hecho, el arribo de Ollanta Humala a la Presidencia de la República del Perú ha sido festejado por la mayoría de los peruanos y peruanas. Las medidas y decisiones tomadas en esta coyuntura no han dejado de ser polémicas, la propuesta central del nuevo gobernante de “crecimiento económico con inclusión social” es una tarea compleja y paradójica, casi tan difícil como juntar el agua con el aceite. En su gabinete coexisten tecnócratas neoliberales con destacadas y destacados cuadros de la izquierda histórica peruana. En su primer discurso apeló a la tradición republicana, citó a importantes intelectuales peruanos como Víctor Andrés Belaúnde, Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui, representantes irreemplazables de la tradición liberal, republicana y marxista peruana. Después de muchos años emergió en un discurso presidencial el apego a la peruanidad y hacía sus tremendos retos: peruanizar el Perú, volcar los esfuerzos del aparato del Estado hacía los más excluidos, ir hacia la Sierra y la Amazonía, hacer de este país andino un lugar de ciudadanos de primera y no fundado en prejuicios étnicos y clases sociales. Sin duda el tiempo de Ollanta Humala ha llegado y el del fujimorismo se está eclipsando.
En esta coyuntura la evocación a la Constitución de 1979 por Ollanta Humala es vital y significativa, fractura la tradición histórica de las transiciones a las democracias neoliberales en América Latina (Chile, Argentina, México, por citar algunos) que privilegiaron la estabilidad sobre la legitimidad y recupera la posibilidad de construir democracias profundas e inclusivas que tengan como primera misión el desmontaje de las instituciones dictatoriales. No es posible democratizar a nuestras sociedades sobre caminos minados de autoritarismo. Por eso una constitución fundada y sostenida en criterios y herramientas autoritarias como la Constitución de 1993 tiene que ser tirada al basurero de la historia. En el lado opuesta de la vereda, la Constitución de 1979 fue el resultado del conjunto de los procesos republicanos y sociales que se tejieron en el Perú durante el siglo XX, en ella, todos y todas los que participaron como constituyentes fueron elegidos por la primera experiencia del voto universal en el Perú, concurrieron las y los mejores peruanos contemporáneos y cada uno de sus artículos fue debatido en las ágoras y esferas públicas republicanas. Por el contrario, la Constitución de 1993 fue hecha entre cuatro paredes y validada mediante una dudosa consulta popular, la soberanía popular fue dejada de lado y se erigió la estructura legal de la dictadura fujimorista. Estructura que ha sido rechazada por el Presidente Ollanta Humala. En este sentido una democracia sin instituciones en su origen democráticas se encuentra vacía de contenido y aislada de sus ciudadanos.
Los tiempos políticos en el Perú están cambiando y la vía peruana tiene sello propio expresándose en la vieja frase de Mariátegui acerca de la posibilidad peruana al socialismo: “Ni calco ni copia”.
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http://www.jornada.unam.mx/2011/07/29/mundo/023n1mun
http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20110729/3/node/371669/todos/15
http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20110729/9/node/371652/todos/15