Astrónomos han descubierto un doble anillo entrelazado que se extiende 600 años luz a lo largo de la Vía Láctea. Se tenía conocimiento solo de una parte de este anillo, pero ahora el telescopio Herschel ha revelado su totalidad por primera vez, mostrando que se trata de una especie de moño que viaja en el espacio como una unidad.
El investigador de la NASA Alberto Noriega-Crespo, dice que al ver la imagen en alta resolución, en longitud de ondas sub-milimétricas, pudieron distinguir la presencia de este anillo con claridad. Al apuntar este telescopio al centro de nuestra galaxia observaron un denso tubo de gas frío mezclado con polvo de estrellas en formación.
La asociación con el símbolo del infinito fue hecha por los mismos astrónomos que penetraron la profundidad de nuestra galaxia. El anillo parece tener dos lóbulos, cada uno torciéndose en dirección opuesta.
Observaciones complementarias radioscópicas del Centro Nobeyama, con sede en Japón, determinaron que el anillo se mueve como una unidad a la misma velocidad relativa del resto de la galaxia.
El anillo yace en el centro de la barra de la Vía Láctea —una región de cúmulos de estrellas en el centro de la telaraña de luz de sus brazos espirales.
No se se sabe por qué se forman estas barras y anillos en las galaxias espirales, aunque simulaciones hechas por computadora indican que interacciones gravitacionales entre distintas galaxias podrían producir estas estructuras.
Los investigadores señalan que justo en donde está la torsión del anillo se encuentra el centro de la galaxia, en dirección a Sagitario A y donde se cree hay un agujero negro. Puede ser una coincidencia o una increíble correspondencia entre las formas: el agujero negro (la entrada al inframundo según los mayas) y el anillo que simboliza el infinito, dos imágenes que evocan portales y unión interna. Uno de los grandes misterios que nos mistifican como seres cósmicos es el centro de la galaxia, la matriz de nuestra existencia: el lugar de la crisálida.